Mientras se
espera y anticipan los próximos pasos, la cotidianeidad en el país ha recobrado
sus rasgos anteriores al apagón. La dinámica política venezolana está marcada
por momentos de intentos de quiebre, como el 23 de enero, el 23 de febrero o el
apagón, seguidos de relativas calmas, siempre tensas.
Marco Teruggi / Cubadebate
Venezuela
parece en el punto de la suma cero en el enfrentamiento entre el autoproclamado
Juan Guaidó y el gobierno de Nicolás Maduro. Ningún acontecimiento ha tenido la
suficiente fuerza para cambiar la relación de fuerzas en el objetivo de mínima
que busca la estrategia de Guaidó: poner a Maduro contra las cuerdas para
forzarlo a una negociación en correlación adversa. El de máxima, lograr el
“cese de la usurpación” con su partida anticipada del Palacio de Miraflores,
parece aún más lejano, improbable por el momento.
En ese marco
se suceden movilizaciones, narrativas, escenarios diplomáticos y operaciones no
declaradas. Acerca de las movilizaciones, Caracas fue nuevamente escenario de
un acto del chavismo el día sábado, con una reafirmación de la capacidad de
convocatoria. La oposición por su parte, con Guaidó a la cabeza, realizó un
acto en la ciudad de Valencia, y ayer una actividad en Vargas. Su salida de
Caracas se debió al inicio de lo que Guaidó denominó la Operación Libertad.
“Uno,
organizarnos y montar comandos por la libertad para el cese de la usurpación.
Dos, ubicar a empleados públicos y militares y hablarles amablemente porque
estamos en el momento definitivo del cambio, y tres, dirigirnos a Miraflores a
reclamar y a exigir la libertad de Venezuela”, dijo en Valencia. Utilizó el
repetido “todas las cartas están sobre la mesa”, en referencia a la promesa sin
fecha de pedir la intervención militar norteamericana.
La gira de
Guaidó por el país aún no tiene día anunciado de finalización. Las imágenes
muestran una capacidad de convocatoria con tendencia al declive que no se sale
de los marcos habituales de la oposición. Suficiente para las fotografías, poco
para los objetivos planteados. Nada es definitivo, aunque no parece demasiado
arriesgado afirmar que uno de los problemas que enfrenta el discurso de Guaidó
es la dificultad para acercar la realidad de la correlación de fuerza a los
niveles de expectativa creados en su base social. El tiempo pasa, la silla
presidencial no parece más cerca, la discursividad del inmediatismo se
desgasta.
Quien se
refirió a la cuestión temporal fue Elliot Abrams, representante del gobierno
norteamericano para Venezuela, conocido, entre otras cosas, por haber conducido
la guerra mercenaria en Nicaragua en los años 80.
“No
esperábamos que esta situación se resolviese de forma instantánea. Además,
nuestras sanciones, que están empezando a morder, no están completamente en
marcha”, afirmó. Esa manera de plantear el escenario se distanció de las
declaraciones de hombres como Mike Pompeo que hablaban de días y horas finales
de Nicolás Maduro.
Pompeo,
secretario de Estado norteamericano, quien había estado al frente de la Agencia
Central de Inteligencia (CIA) por decisión de Donald Trump, afirmó a su vez su
gobierno está “decidido” a hacer ingresar la ayuda humanitaria a Venezuela.
Junto con eso, se supo que el punto de acopio sería la isla de Curazao, un
enclave colonial de Holanda en el Caribe, situado a 295 kilómetros de Caracas,
y a 139 de Punto Fijo, donde se encuentra una de las principales refinerías de
Pdvsa.
Aún no se
sabe cómo y cuándo sería el posible nuevo intento de lograr el ingreso de la
ayuda humanitaria. Dependerá de varios factores, entre otros diplomáticos, una
agenda en constante movimiento que tiene como próxima fecha central mañana 19
de marzo, cuando se reúnan Elliot Abrams y el viceministro de asuntos
exteriores de Rusia, Serguei Riabkov, en la ciudad de Roma.
“Plantearemos
con insistencia a la parte estadounidense todas nuestras posiciones, incluida
la inadmisibilidad de una intervención militar y, en general, de la injerencia
exterior ilegal y de las presiones contra el gobierno legítimo”, afirmó
Riabkov. El gobierno de Rusia también se pronunció días atrás sobre el apagón
eléctrico sucedido en Venezuela, afirmando que el mismo fue originado desde el
extranjero.
La postura
pública de Estados Unidos respecto a los escenarios posibles no ha cambiado.
Abrams volvió a afirmar que no existe posibilidad de que Maduro presida un
gobierno de transición o se presente a elecciones. Se refirió también a la
posibilidad de que el gobierno de España permita que los altos dirigentes de la
revolución puedan irse a ese país como posible puerta de salida. No existe aún
respuesta, en particular debido a los errores diplomáticos del gobierno de
Pedro Sánchez reconocidos por su ministro de relaciones exteriores, y porque la
dinámica interna parece marcada por las elecciones el próximo 28 de abril.
Ese cuadro en
constante movimiento permite anticipar posibles nuevas acciones. Además de un
posible intento de ingreso por la fuerza con el argumento de la ayuda
humanitaria, también parecen prepararse acciones bélicas. Una de ellas con la
hipótesis de ataques dirigidos por estructuras paramilitares/mercenarias, y
otra con la conformación del cuadro internacional de ataque. Esto último fue
señalado por el diplomático venezolano Roy Chaderton, quien afirmó que “la
oligarquía colombiana” está dispuesta a emprender una maniobra bélica contra
Venezuela.
Mientras se
espera y anticipan los próximos pasos, la cotidianeidad en el país ha recobrado
sus rasgos anteriores al apagón. La dinámica política venezolana está marcada
por momentos de intentos de quiebre, como el 23 de enero, el 23 de febrero o el
apagón, seguidos de relativas calmas, siempre tensas. Se está en ese momento de
calma, se intuye, por análisis y lógicas de dinámicas, que volverá un nuevo
momento de intento de quiebre para lograr cambiar la ecuación de suma cero que
evidencia que, hasta el momento, la estrategia golpista no ha conseguido
construir el escenario que tenía previsto.
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