Cuando
recordamos que una de las más simbólicas consignas pronunciadas por Andrés
Manuel López Obrador (AMLO) en su toma de protesta del cargo de presidente fue:
“Por el bien de todos, primero los pobres”,
resulta inevitable tender un puente referencial entre dos líderes -Lázaro
Cárdenas y AMLO- y dos épocas que demandaron lo mejor de la audacia y la
creatividad política, para enfrentar los grandes problemas y desafíos de la
nación mexicana.
Andrés Mora Ramírez / AUNA-Costa Rica
El presidente Andrés Manuel López Obrador en el acto de conmemoración del 81 aniversario de la expropiación petrolera. Al fondo, la imagen de Lázaro Cárdenas. |
Como se puede
apreciar, no es un asunto menor hablar del legado de Cárdenas en México y más
allá de sus fronteras. El intelectual cubano Roberto Fernández Rematar ha dicho
que el gobierno del exgeneral representó “el último momento grandemente
creador” de la Revolución Mexicana, porque, además de la nacionalización del
petróleo, “prestó auxilio a la agredida República Española y acogió a millares
de exiliados suyos, se atrevió a dar albergue al rebelde y proscripto León
Trotski, y favoreció la enseñanza y la cultura de su país”; además, recuerda
que “fue impresionante (…) cuando el 26 de julio de 1959, en la Plaza de la
Revolución de La Habana, vi subir a la presidencia a Lázaro Cárdenas acompañado
de Fidel y el Che, pues era clarísima la continuidad de una realidad histórica”[3].
Se trata,
fuera de toda duda, de un personaje central en la historia de América Latina
del siglo XX, al punto que las reverberaciones de su liderazgo y sus acciones a
favor de los sectores campesinos y populares, y por la recuperación de la
soberanía energética de México, llegan hasta nuestros días. Tanto así que el
pasado 18 de marzo, al celebrarse el 81 aniversario de la expropiación del
petróleo, en un acto que rindió homenaje a Cárdenas, el actual presidente Andrés Manuel López Obrador
(AMLO) anunció el relanzamiento de la estatal Petróleos
Mexicanos como “palanca del desarrollo” que quiere impulsar bajo su gobierno,
después de 36 años de una “política de pillaje” y destrucción. “Fue como un
milagro –dijo el mandatario en su discurso-, porque cuando ya estaban a punto
de consumar la destrucción de la industria petrolera y acabar con la economía
nacional, tocó la campana. Sonó la alarma el primero de julio", en alusión
a la fecha de su victoria electoral del 2018. Un día antes, AMLO decretaba también la abolición del “modelo neoliberal y
su política de pillaje antipopular y entreguista”, y afirmó que “ahora tenemos
la responsabilidad de construir una nueva política posneoliberal y convertirla
en un modelo viable de desarrollo económico, ordenamiento político y
convivencia entre sectores sociales”.
Algunos meses
antes de la expropiación y nacionalización del petróleo mexicano, en agosto de
1937, la revista costarricense Repertorio
Americano reprodujo en sus páginas una talla policromada del artista
nicaragüense Roberto de la Selva, que recreaba la entrega de tierras del
gobierno a los campesinos en cumplimiento del plan sexenal. En la imagen,
Cárdenas aparecía en un ejido, en diálogo franco con un grupo de campesinos
indígenas que escuchaban atentamente al mandatario, quien tendía su mano en
señal de apertura y reconocimiento, de búsqueda y encuentro con los de abajo. Al fondo, continuaban las
faenas de la siembra y la cosecha en el entramado de la comunidad, que se
fundía en un solo movimiento con el paisaje rural. Toda una alegoría de la era
cardenista. Por eso, cuando recordamos que una de las más simbólicas consignas
pronunciadas por AMLO en su toma de protesta del cargo de presidente fue: “Por el bien de todos, primero los pobres”,
resulta inevitable tender un puente referencial entre dos líderes y dos épocas
que demandaron lo mejor de la audacia y la creatividad política, para enfrentar
los grandes problemas y desafíos de la nación mexicana.
Sabemos bien
que no soplan vientos favorables en el continente, y tampoco en el resto del
mundo, para los proyectos progresistas que aspiran a generar transformaciones
económicas, políticas y sociales con un horizonte de justicia, igualdad,
solidaridad y soberanía. Pero en eso está México, y hacia allá va empujando su
presidente, en medio de una coyuntura regional que exige el mayor de los
cuidados en cada paso que se dé, porque las condiciones en las que tendrán que
impulsarse los cambios y los caminos a seguir para alcanzar los objetivos son
totalmente distintos a los ensayados en la primera década del siglo XXI. Las sombras del imperio embravecido y de las
derechas vasallas de la región acecharán al gobierno de AMLO durante todo su
sexenio, pero su éxito es hoy, más que nunca, una necesidad para el pueblo
mexicano y para la reinvención del futuro cercano de nuestra América.
[1] Guerra
Vilaboy, S. (2006). Breve historia de
América Latina. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, p. 226.
[2]
Pérez-Brignoli, H. (2017). Historia
global de América Latina. Del siglo XXI a la independencia. Madrid: Alianza
Editorial, 2018. p. 172.
[3] Fernández
Retamar, R. (2006). Pensamiento de
nuestra América. Autorreflexiones y propuestas. Buenos Aires: CLACSO, pp.
48-49.
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