La coyuntura política
actual, se caracteriza por ser extraordinariamente compleja y simple a la vez.
Dos lógicas fundamentales (la del poder
institucional-constituido-partidista-burocrático y la del poder
popular-constituyente-comunal-participativo) dinamizan las diferentes estructuras
que conforman nuestro sistema histórico-socio-cultural.
Christian Farías / Especial para Con Nuestra América
Desde Valencia,
Venezuela
La democracia participativa y protagónica
Manifestación del chavismo, en la Avenida Bolívar de Caracas, el pasado 19 de abril. |
Hoy, como nunca antes
en nuestra historia, existe la más amplia y absoluta libertad de pensamiento y
medios para expresarse en el marco de la
mejor experiencia democrática jamás antes vista y vivida por nuestro pueblo. La
lucha por el poder en nuestro país, trascendió los límites de la formalidad
institucional y se ha bifurcado por los diferentes cauces del tejido económico,
político, social, mediático, cultural, militar, religioso, deportivo,
comunitario. Es decir, vivimos un momento en el cual pareciera que toda la
población está involucrada en el problema de la lucha por el poder político y
la gobernabilidad del país, específicamente en cuanto a la estructura o el
modelo económico, las funciones de cada uno de los cinco poderes del Estado
venezolano, así como los programas, planes y comportamientos de las fuerzas
políticas y sus liderazgos.
Todas las estructuras
de nuestro sistema de vida, están hoy estremecidas por esta lucha. Nada ni
nadie puede escapar fácilmente de ella; pero, además, todo esto pone en
evidencia que la democracia participativa y protagónica de nuestro país, se
encuentra en un momento estelar y de prueba
histórica, en el sentido de que o avanza, se profundiza y abre cauces
definitivos para la consolidación de la independencia nacional y la
construcción del socialismo bolivariano; o retrocede, se atrofia, se cierra
dentro de la mera lógica institucional-burguesa y frustra así la inmensa
posibilidad histórica de la revolución popular, cívico-militar,
anti-imperialista, de justicia y paz.
La complejidad de la coyuntura histórica
Desde esa perspectiva
histórica, decimos que la coyuntura política actual, se caracteriza por ser
extraordinariamente compleja y simple a la vez. Dos lógicas fundamentales (la
del poder institucional-constituido-partidista-burocrático y la del poder
popular-constituyente-comunal-participativo) dinamizan las diferentes estructuras
que conforman nuestro sistema histórico-socio-cultural. Ellas se entrecruzan y
se separan en medio de una pluralidad de voces que responden a la diversidad de
pensamiento que reina hoy en la sociedad venezolana. El solo reconocimiento de
esos dos amplios campos antagónicos, sería una visión simple y reduccionista
del fenómeno; pero, si admitimos y constatamos las múltiples dimensiones
existentes al interior de cada uno de ellos, la diversidad de intereses que
motivan sus interacciones, las relaciones dialógicas y contradictorias que lo
dinamizan, nos daremos cuenta de la naturaleza compleja de la coyuntura
histórica.
Para entender esta
complejidad, es necesario precisar, primero, que ella está determinada por la
contradicción histórica fundamental en la lucha por el poder político, dada
entre los intereses del imperio norteamericano, de un lado; y los de la nación
venezolana junto a sus aliados internacionales, por el otro. Ambos intereses
son materialmente antagónicos y, por tanto, están enfrentados en torno a la
validez o no de los principios de independencia, soberanía y autodeterminación,
vinculados a su vez con los conceptos de multipolaridad y multicentrismo; o
unipolaridad y gendarmería, en el terreno de la geopolítica internacional. Todo
ello, a su vez, está enmarcado en la gran batalla por la hegemonía
político-cultural-militar sobre el espacio geo-histórico de América Latina y el Caribe, dentro del cual
se gesta y se juega el futuro de la revolución venezolana y continental, así
como la rectoría imperial de Estados Unidos.
Entre las causas de la
actual confrontación histórica, es imprescindible destacar dos hechos
históricos fundamentales que, teniendo su origen en el territorio venezolano,
pertenecen ahora a la geopolítica internacional. Uno es el desarrollo del
proyecto revolucionario bolivariano consagrado en la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, CRBV, y el Plan de la Patria. Este proyecto
es hoy una alternativa para los pueblos y naciones de América y allende los
mares, frente a la decadencia del modelo de dominación imperial estadounidense,
sustentado en la democracia formal, excluyente y represiva. Por esa razón,
resulta lógico el interés del Pentágono y el Departamento de Estado en destruir
totalmente el proyecto bolivariano.
El segundo, que es
realmente el hecho estratégico y definitivo, está representado por las reservas
probadas de petróleo que están en el subsuelo venezolano. Siendo éstas las
mayores reservas energéticas del mundo, el imperio se cree con el derecho de
imponer su mandato hegemónico sobre ella como si se tratara de un botín de
guerra, para lo cual requiere precisamente eso: hacer estallar la guerra entre
venezolanos y venezolanas para luego intervenir e imponernos su propio plan
imperialista, hegemonista, saqueador y destructor, tal como lo ha hecho en
Afganistán, Irak, Libia, Siria, durante los últimos 25 años. El imperio
necesita asegurarse el monopolio de la energía en función de su pretendida
perpetuidad hegemónica en un mundo de desigualdad, injusticias, guerras y
destrucción permanentes.
La Marea roja, el Poder Popular y el legado de Chávez
Dentro de esta
contextualización, hemos querido destacar esquemáticamente los elementos
políticos y geoestratégicos fundamentales del sistema de relaciones nacionales
e internacionales en el que se ubica el momento histórico que hoy vive la
República Bolivariana de Venezuela. A
partir de allí, corresponde ahora establecer una valoración táctica y estratégica
de los tres elementos fundamentales que a partir del 19 de abril de 2017, se
han puesto de manifiesto en el escenario de la confrontación socio-política de
calle para señalar la objetivación dialéctica del posible desenlace de la
actual coyuntura. Estos tres elementos
dinamizadores que emergen de la confrontación social son los siguientes:
Primero, la reaparición
de la Marea Roja el pasado 19 de abril de 2017 en las calles de Caracas, como
respuesta a la amenaza del frustrado asalto fascista convocado por la MUD para
ese mismo día. Recordemos que la Marea Roja es el fenómeno socio-político,
histórico fundamental de movilización popular que nació con Chávez para
consolidar las victorias del proceso bolivariano en su primera etapa; y ahora,
después de aquella última y memorable del 4 de octubre de 2012, la Marea Roja
reaparece bajo el liderazgo de Nicolás Maduro como señal inequívoca de una
segunda etapa de nuevas victorias del proyecto nacional de la patria soberana.
Esto significa no solo
la reafirmación de la CRBV y el Plan de la Patria, como fundamentos del proceso
bolivariano, sino también la legitimación del mandato del presidente Maduro y
su gestión basada en la reactivación y sostenimiento de los programas sociales
de las Misiones y Grandes Misiones, el plan de emergencia para la recuperación
económica con base en los quince (15) motores, el desarrollo de los Comités
locales de Abastecimiento y Producción, CLAP, el Carnet de la Patria y su
propuesta política del Congreso de la Patria como plataforma para el
re-nacimiento del proyecto bolivariano desde sus raíces más auténticas y
originales para derrotar las desviaciones del burocratismo, al ineficacia y la
corrupción.
Segundo, la activación
del protagonismo político del Poder Popular Constituyente, como elemento
dinámico implícito dentro de la recuperación anímica, política, moral y
organizativa de pueblo bolivariano protagonista de la reaparición victoriosa de
la Marea Roja chavista. Esto quiere decir que si la Marea Roja es el evento
multitudinario de mujeres y hombres de la patria en la calle, con su propia voz
y mil cantos de soberanía y libertad, esos mismos venezolanos y venezolanas
forman parte del pueblo organizado de diferentes y múltiples maneras en sus
respectivas comunidades, llámense Consejo Comunal, Comuna, CLAP, UBCH, comités,
movimientos de base culturales, juveniles, deportivos, entre muchos otros que,
en su totalidad, no son otra cosa sino el Poder Popular Constituyente, es
decir, la base social-política-organizativa, cívico-militar de la revolución y
del futuro Estado Comunal, independiente, soberano y socialista.
Tercero, después de
cuatro (4) años en el mando presidencial del camarada Nicolás Maduro, esta
reaparición de la Marea Roja pone en evidente demostración la indiscutible
eficacia revolucionaria del modelo de liderazgo dialéctico, ético, político,
humanista, espiritual y profundamente amoroso, construido y desarrollado por el
comandante Chávez como el legado fundamental de toda su obra histórica. Sin
duda alguna, en medio de grandes dificultades y retos nada fáciles, el
presidente Nicolás Maduro ha sabido ser absolutamente leal a ese modelo de
liderazgo fundado por Chávez. Desde su propia personalidad, estilo y temple,
Maduro ha seguido fielmente a su maestro y padre mentor, logrando con ello,
vencer la ofensiva del enemigo imperialista y sus agentes internos agrupados en
la MUD.
Es importante destacar
que el modelo de liderazgo de Chávez contiene la esencia de lo alternativo
frente al viejo y decadente modelo de liderazgo político mercantilista,
parlamentario, institucional, burgués, cuya esencia es una mezcla de
hipocresía, demagogia y traición, entre tantas otras malas cosas reñidas con la
ética, la moral y la dignidad humana. En el modelo de liderazgo de Chávez,
concebido desde su propia conducta personal, su praxis dialéctica, dinámica y
transformadora, encontramos las siguientes prácticas distintivas, que
igualmente viene perfilando el presidente Nicolás Maduro:
1.- la valentía, para enfrentar a los
enemigos del pueblo y asumir los riesgos que ello comporta.
2.-La responsabilidad, para asumir los compromisos con el pueblo y
honrarlos, reconocer los errores y saber rectificar con base en un sano
ejercicio de crítica y autocrítica.
3.-La humildad, para saber mirar al otro en el terreno de la equidad,
sin arrogancias ni pretensiones discriminatorias o excluyentes.
4.- La honestidad, como condición esencial
para generar confianza y respeto.
5.-La solidaridad, como principio de la socialización y satisfacción
de las necesidades humanas.
6.-La religiosidad como expresión auténtica de la fe y la consagración
de los misterios de donde se nutre la fuerza espiritual necesaria para
enfrentar los retos de la vida humana.
7.-La ética, entendida como ciencia del saber y el hacer humano bajo
la orientación del Bien como principio indeclinable
8.-La moral, como reflejo de la tradición propia, los hábitos, costumbres y valores que nos
dignifican y enaltecen en el compromiso colectivo.
9.-El amor, como el arte de la relación con el otro y con las cosas de
la vida que necesitamos conocer, experimentar e intuir para superar la soledad
y el desamparo.
10.-La capacidad
profética, sustentada en el conocimiento dialéctico de la historia, para
visualizar las tendencias y saber elegir la promesa o la advertencia exacta que
depara el futuro.
Con esta especie de
catálogo preliminar del liderazgo chavista, que puede ser utilizado como
instrumento de medición del nivel de lealtad con el legado del comandante
eterno, cada quien podrá hacerle su propia medición al ejercicio de liderazgo
del presidente Nicolás Maduro.
La Mesa de la Unidad Democrática, MUD
Ubicándonos, ahora en
el campo de la oposición venezolana, observamos un claro contraste con la recuperación del chavismo y
el fortalecimiento del liderazgo presidencial de Maduro. En primer término, es
indudable que la MUD no tiene ni representa un proyecto serio de país, como el Plan de la patria, por ejemplo. Tampoco es una fuerza
cohesionada conceptual ni teóricamente, es decir, no es una opción doctrinaria
o filosófica, como El libro azul de
las tres raíces o el Libro rojo del
PSUV, o las olvidadas doctrinas socialdemócrata de AD y socialcristiana de
COPEI. Tampoco tiene un liderazgo que sea medianamente respetado como lo
fueron, en su tiempo y a su medida, Rómulo Betancourt, Rafael Caldera, Carlos
Andrés Pérez; ni soñar que puedan parir un liderazgo de las dimensiones
inéditas como el de Hugo Chávez o el de Nicolás Maduro.
De manera que con esas
limitaciones estructurales e históricas, más bien ha sido mucho la
supervivencia que ha tenido ese club de demagogos, embusteros y ladrones,
apátridas y cipayos del imperio yanky, llamado irónicamente Mesa de la Unidad
Democrática, MUD. Su prolongación obedece precisamente a que es un simple
instrumento del imperio, utilizado para sembrar la desestabilización política
del país y provocar finalmente el estallido de la guerra civil con la cual se
aspira destruirnos y someternos a condiciones de vida emparentadas con las que
hubo en estas tierras durante los siglos XVIII y XIX, para facilitarle al
Capital imperialista neoliberal el asalto final del petróleo venezolano y demás
riquezas existentes en nuestro suelo patrio.
Pero, afortunadamente
la MUD se viene pulverizando, se ha convertido en un solo saperoco o nido de locos, sin escrúpulos ni
pudor. No hay coherencia ni táctica ni estratégica, en su desempeño. Observamos
una situación de derrota y frustración total en las filas de esa derecha
fascista y pro-imperialista. Pero, sigue siendo un peligro y una amenaza, que
no debemos subestimar, puesto que es lo único que hay al servicio incondicional
del imperio y éste la utiliza como le da su real e imperial gana. Solo por eso,
la MUD es un peligro para la paz y la estabilidad de la República. Por esa
razón, es un deber patriótico de todo venezolano digno y de toda venezolana
digna, denunciar a la MUD como instrumento al servicio de los intereses del
imperio norteamericano, y a sus cabecillas como ciudadanos traidores y
ciudadanas traidoras de la patria.
Ya en diciembre de
2015, luego de la victoria engañosa y moralmente fraudulenta obtenida por la
MUD, nosotros advertimos proféticamente y a contracorriente que esa oposición
terminaría entrampada en su propia trampa, es decir, derrotada y sin capacidad
para sacar a Maduro del poder, por lo cual Nicolás permanecería en la
Presidencia el tiempo correspondiente, ejerciendo su liderazgo para derrotar
las amenazas y consolidar los avances de la revolución bolivariana-chavista. En
verdad, ellos no ganaron políticamente las elecciones parlamentarias, sino que
recibieron una victoria que más que
victoria era el saldo electoral generado a su favor por los efectos de la
guerra económica y la guerra mediática, puesta en marcha por el imperio a
partir de la muerte física, mas no espiritual, del comandante Chávez.
El sentido histórico de la Marea roja
Para cerrar este
análisis, quiero insistir en el hecho histórico fundamental que significa la
reaparición de la Marea roja de Chávez, plena y vigorosa, arrolladora y cargada
de presente y de futuro. Miércoles 19 de abril se recarga de historia. A 210
años del grito caraqueño contra Emparan para abrir el horizonte independentista
y soberano de la República. A 20 años de la asamblea del MBR-200 donde se
proclamó el liderazgo de Chávez y el proyecto constituyente bolivariano. A 15 años del Contra-golpe del 13 de abril
que consolidó el nacimiento definitivo de la unidad cívico-militar, patriótica,
popular y revolucionaria contra el golpe fascista del 11 y todos los que
intenten repetirse. La Marea de la
esperanza, la marea de Caracas, la que el ejemplo dio, sigue y seguirá dando en
toda Venezuela para América Latina, el Caribe y el mundo entero.
La Marea roja ha
consagrado el liderazgo de Nicolás Maduro, como resultado de su actuación
durante todo este proceso de cuatro años duros en los que ha sabido mantener
vivo el legado de Chávez: ¡Unidad, lucha, batalla y victoria! El chavismo y los
y las patriotas de Venezuela, América y el mundo lo reconocen y valoran como el
nuevo líder indiscutible e indestructible de la revolución bolivariana. La
reaparición de la Marea Roja no se puede
explicar de otra manera, sino a partir de esa verdad. Por eso, su
extraordinaria demostración de apoyo, afecto, respeto y amor. Tal como reza el
dicho, Amor con amor se paga. Con
este elemento, se despeja mucho más el panorama del presente y el futuro
inmediato de la patria. Podemos decir que este feliz retorno de la Marea Roja
indica también que el pueblo bolivariano y chavista hoy se siente más seguro y
confiado en la capacidad y eficacia del liderazgo de Nicolás para vencer la
guerra no convencional que abarca cuatro dimensiones: la económica, la
mediática, lo cultural y lo criminal; lograr la recuperación económica y
consolidar la paz constructiva del proyecto bolivariano. He allí el reto
inmediato que tenemos por delante.
Valencia, 24 de abril
de 2017
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