El
momento actual de los gobiernos no es el mejor, sin embargo la acumulación
histórica debe permitir marcar los puntos desde los cuales no se puede
retroceder aún en condiciones en la que el poderío estadounidense desarrolle
acciones agresivas militar y diplomáticamente en la región.
Eduardo Paz Rada / ALAI
El
reordenamiento geopolítico y geoeconómico mundial se acelera vertiginosamente
con las crisis continuas en Europa, la pérdida de hegemonía económica y
financiera de Estados Unidos, las nuevas potencias emergentes en el tablero
internacional, la guerra de ocupación permanente en Oriente Medio y la
tendencia a la parálisis de la unidad e integración de América Latina,
situación ésta que provocaría una derrota histórica y estratégica de la región,
después de más de diez años de avances muy importantes bajo el impulso de
gobiernos nacionalistas, antiimperialistas y socialistas inspirados por la
gesta libertaria de Bolívar, Morazán y San Martín en el siglo XIX.
La
confluencia de liderazgos decididos a impulsar la unidad de América Latina y el
Caribe con la formación de la Alianza Bolivariana de las Américas (ALBA), el
2004, la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR), en 2008, la Comunidad de
Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), en 2010, y el fortalecimiento del
Mercado Común del Sur (MERCOSUR) con la incorporación de Venezuela, en 2012,
fueron señales profundas de la posibilidad de que la región se convierta en un
actor fundamental en el plano internacional.
Con
un territorio de más de 22 millones de kilómetros cuadrados, 650 millones de
habitantes, un Producto Bruto de 9 millones de millones de dólares (un nueve
con doce ceros) aproximadamente, con reservas principales de bosques, minerales
e hidrocarburos y fuentes de agua más importantes del planeta, América Latina y
el Caribe representan un potencial económico y estratégico de altísimo nivel
frente a otras regiones o potencias.
Camino de unidad sin Estados Unidos
La
Nación Continente fue concebida por Bolívar y enriquecida por José Martí en el
siglo XIX, Manuel Ugarte, José Carlos Mariátegui y Víctor Raúl Haya de la
Torre, como Patria Grande o Indoamérica, o por Jorge Abelardo Ramos con su
Historia de la Nación Latinoamericana, durante el siglo XX y a principios del
siglo XXI fueron los gobernantes Lula Da Silva de Brasil, Néstor Kirchner de
Argentina, José Mujica de Uruguay, Rafael Correa de Ecuador, Fidel Castro de
Cuba, Daniel Ortega de Nicaragua, Evo Morales de Bolivia, entre otros, los que,
liderados por el comandante Hugo Chávez de Venezuela, marcaron el camino de la unidad al margen del
dominio de los Estados Unidos.
La
Cumbre de Presidentes de las Américas, realizada en Mar del Plata en noviembre
de 2005, rechazó, en presencia del Presidente de Estados Unidos, George Bush,
el proyecto de Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) impulsado por la
potencia del norte. Este rechazo fue acompañado por los movimientos sindicales,
populares, campesinos, junto a personalidades e intelectuales del continente.
Esta
impronta, en los últimos dos años, tuvo fuertes traspiés no sólo por la
constante presión del imperialismo, sino por la dinámica política en los países
más fuertes económica, diplomática y políticamente de la región. En Argentina
en 2015 ganó las elecciones el empresario conservador y neoliberal Mauricio
Macri y algunos meses después fue destituida, a través de un Golpe de Estado,
la Presidenta Dilma Rousseff de Brasil, asumiendo la conducción el entonces
Vicepresidente Michel Temer, representante de poderosos intereses
transnacionales y financieros y acusado de hechos de corrupción.
Brasil y Argentina en contra-ruta
histórica
Es
indudable que las dos potencias sudamericanas marcan los ritmos internacionales
de la región y la dupla Macri-Temer han adoptado posiciones radicalmente
diferentes a los anteriores gobiernos en lo que se refiere al posicionamiento
unitario, defensivo y articulado de la región. Por una parte han prácticamente
congelado los procesos de UNASUR y CELAC, por otra parte han desarrollado una
artera ofensiva contra el gobierno y el pueblo de Venezuela al observar su
participación como miembro pleno de MERCOSUR y, finalmente, sobretodo el
gobierno de Buenos Aires ha manifestado su interés en vincularse a la librecambista
Alianza del Pacífico (A del P).
Sin
embargo, existe una paradoja al respecto. Brasil, que durante los pasados
últimos años avanzó en altos niveles de crecimiento, convirtiéndose en la
octava economía mundial, propició la cooperación Sur-Sur, es aún parte del
acuerdo Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS), como potencia
planetaria, e impulsó y encabezó la integración de América Latina y el Caribe,
al dejar de incentivar la unidad regional pierde peso estratégico porque,
teniendo peso continental, su importancia se diluye si se aísla y pierde
influencia en su vecindario.
Al
respecto, las Fuerzas Armadas de Brasil ya han manifestado su preocupación por
este hecho y otros de la política interna y porque las políticas de Temer están
poniendo a Brasil bajo el control del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el
gobierno de Estados Unidos. El Jefe del Ejército, General Eduardo Días Da
Costa, manifestó su preocupación: “somos un país que está a la deriva que no
sabe lo que quiere y lo que debería ser”.
Las tendencias regionales y
mundiales
Por
su parte, México, el otro país latinoamericano con una economía grande, se
encuentra en un gran dilema: hasta ahora ha tenido una política de espaldas a
sus vecinos de centro y sud América y ha privilegiado las relaciones
comerciales liberales con Estados Unidos pero, con el nuevo gobierno en
Washington está sufriendo humillación y maltrato, frente a lo cual ha mostrado
indicios de buscar acercamientos con sus hermanos países latinoamericanos.
El
ascenso de Donald Trump al poder de la Casa Blanca ha provocado un sismo
económico, financiero y mediático por su agresiva posición antiinmigrantes,
proteccionista y nacionalista, que ha generado un replanteamiento de la
distribución del poder mundial, particularmente por las amenazas a China y la
creación de un foco de conflicto en los mares de Japón y China, su
distanciamiento de la Unión Europea y su cálculo de acercamiento a Rusia. En
relación a los países de la región, en sus primeras declaraciones Trump se ha
pronunciado agresivamente contra los gobiernos de Cuba y Venezuela, aunque en
las últimas semanas ha mantenido silencio al respecto.
El
ascenso chino se ha convertido en la mayor amenaza económica y financiera para
Estados Unidos, por la ampliación constante de sus negocios en los cinco
continentes (incluyendo Norteamérica), por el reconocimiento de su hegemonía
por parte de las demás potencias mundiales y por los acuerdos, incluidos los
militares, que ha firmado con Brasil, México, Chile, Perú y Venezuela, entre
otros de la región. La actual construcción de un segundo canal interoceánico en
Nicaragua con una multimillonaria inversión y el proyecto de tren que vincule
el Atlántico y el Pacífico en Sudamérica son dos casos emblemáticos.
Todo
esto se desarrolla mientras la Unión Europea sufre crisis y desintegración con
la salida de Inglaterra por el Brexit y con la amenaza de Turquía, como
potencia regional importante, de dar paso libre a millones de refugiados de
Medio Oriente hacia su territorio, radicalizando internamente a los grupos
xenófobos antiinmigrantes.
El lugar de los movimientos
nacional-populares
Las
organizaciones populares, sindicatos, centrales de trabajadores y obreros,
campesinos, indígenas, fuerzas sociales urbanas, trabajadores por cuenta propia
y otras de la región, que han participado, durante el periodo que va del
siglo, en las cumbres paralelas, en
campañas de impulso a la integración, en convocatorias de Evo Morales, Fidel
Castro, Lula Da Silva o Hugo Chávez, tienen en el actual momento la tarea de
ser la vanguardia que defienda y profundice el proceso de la unidad de la
Patria Grande.
A la
cabeza de las Centrales de Trabajadores, de Campesinos y de Indígenas, las
organizaciones de base y todas la fuerzas populares de los países de la región
se hace imprescindible fortalecer UNASUR, CELAC, ALBA, MERCOSUR, Comunidad
Andina de Naciones (CAN), Sistema de Integración Centroamericana (SICA) o
Comunidad del Caribe (CARICOM) para darles el sentido histórico original de la
integración emancipadora.,
Las
experiencias de la Cooperación Sur-Sur, de los Foros Alternativos, de las
Cumbres paralelas y de la Diplomacia de los Pueblos son muy importantes porque
representan sucesos e hitos históricos, como los de los siglos pasados, que van
a marcar el futuro de los pueblos, de los países y del conjunto de América
Latina y el Caribe. Junto a estos, los sectores intelectuales, políticos,
académicos, profesionales, universitarios y estudiantiles deberán también
asumir un rol protagónico ante los desafíos planteados.
Balance positivo y perspectivas
inciertas
Como
manifestaron en varias oportunidades intelectuales y políticos --Juan Domingo
Perón, Manuel Ugarte, Omar Torrijos, Hugo Chávez, Eduardo Galeano, Fidel
Castro, Leopoldo Zea o Ricaurte Soler—“el siglo XXI nos encontrará Unidos o
Dominados” y el desafío está planteado. Se han dado importante pasos en los
últimos quince años y no debe retroceder el impulso y la iniciativa, más aún en
un momento histórico en que América Latina y el Caribe integrados pueden
adquirir un papel protagónico estratégico en la geopolítica y la geoeconomía
mundial.
El
momento actual de los gobiernos no es el mejor, sin embargo la acumulación
histórica debe permitir marcar los puntos desde los cuales no se puede
retroceder aún en condiciones en la que el poderío estadounidense desarrolle
acciones agresivas militar y diplomáticamente en la región.
La
conciencia nacional latinoamericana, la democracia deliberativa, la
movilización popular y la politización desde las bases tienen una historia
contemporánea desde la formación del Movimiento de países No alineados (MNOAL),
el tercermundismo, el Grupo 77 más China (G-77), los procesos de liberación y
las luchas revolucionarias y frente a los desafíos e incertidumbres actuales,
será la respuesta de los pueblos la que definirá los procesos históricos.
*Sociólogo boliviano y docente de la UMSA. Escribe en publicaciones de
Bolivia y América Latina.
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