A casi un año y medio
del recambio y con la conmoción causada por todas las medidas adoptadas, por la
razón o la fuerza de los decretos de necesidad y urgencia, pocos desclasados,
asalariados y ningún desplazado o despedido, duda de las características
oligárquicas y cipayas de este gobierno, ni del giro copernicano en los
mecanismos de la distribución de la riqueza, en beneficio de los grandes
conglomerados económicos, transnacionales o locales.
Roberto Utrero Guerra / Especial
para Con Nuestra América
Desde
Mendoza, Argentina
¿Qué pensaban los
votantes esperanzados que vieron en el “cambio” un horizonte jubiloso? Difícil
saberlo. Difícil suponer cómo funcionó la cabeza de aquel mediano empresario de
clase media a la hora de emitir el voto que, se ilusionaba con un mejoramiento
y optimización de la cosa pública con el cambio de gestión, optimizar lo
realizado y eliminar los sesgos demagógicos que mostraban algunos indicadores,
como el crecimiento del consumo interno, la consolidación de algunos sectores
industriales y tecnología de punta, como el avance de los proyectos de
investigaciones con la incorporación de los científicos repatriados.
El mejoramiento de lo
realizado, desbrozado por esa pátina nacional y popular, era una ilusión
colectiva, al menos de esa porción no peronista de la sociedad, más democrática
o, respetuosa de las instituciones, según se ufanaban. Idéntica situación se
planteaban algunos docentes, irritados por la suficiencia y convicción que
mostraba en sus discursos la ex mandataria. Su solvencia y destreza oratoria,
seguramente despertaba rechazo y teñía de soberbia sus alegatos en foros
internacionales o, a nivel interno, en la tan frecuentada cadena nacional.
Otros, pequeños reaccionarios que siempre están agazapados, soñaban con su
eliminación, como si fuera una enfermedad letal. Algunos, tal vez imposibles de
cuantificar, sin mucha convicción ideológica, apostaban a una saludable
alternancia, con cierto escepticismo y descreimiento o, mejor dicho, con cierta
inocente perplejidad. Una gran mayoría variopinta, entre aquella que recluta
intelectuales disconformes, obreros urbanos, cuentapropistas, profesionales
desencantados, desganados burócratas, ignotos campesinos, lejanos habitantes de
la Argentina profunda, seducidos por las luces de la ciudad y los discursos
simples y rimbombantes y corazón futbolero, adhirieron sin más a la raquítica y
deslucida, pero simple y directa exhortación a la alegría del ex presidente del
Club Boca Junior, ignorando la delicada tarea de marketing político que escondía
detrás toda esa jauría empresaria que lo alentaba, sobándose las manos al
anticiparse a futuras ganancias y toda la maquinaria mediática que había puesto
en funcionamiento sus perversas usinas de información, dispuestas a taladrar y
someter a las multitudes con sus mentiras sobriamente convincentes.
Todo es posible
imaginar, menos suponer, como en tiempos mágicos, en que soñábamos con la
imaginación al poder, que los tiempos por venir serían venturosos. Si algo
podía llegar a imaginarse, en vista del lúgubre entorno del candidato, era el
cariz que tomarían los acontecimientos a partir de los primeros festejos de
asunción.
A casi un año y medio
del recambio y con la conmoción causada por todas las medidas adoptadas, por la
razón o la fuerza de los decretos de necesidad y urgencia, pocos desclasados,
asalariados y ningún desplazado o despedido, duda de las características
oligárquicas y cipayas de este gobierno, ni del giro copernicano en los
mecanismos de la distribución de la riqueza, en beneficio de los grandes
conglomerados económicos, transnacionales o locales. Para el caso, es lo mismo.
Hasta algunos encumbrados empresarios dudan de la lucidez política de algunas
medidas, como también se cuestionan la existencia de un plan racional en lo
coyuntural o, el mediano y largo plazo.
Lo cierto es que, la
topadora gobernante está arrasando con la producción de alimentos, tal como lo
han manifestado con el “verdurazo” los productores en la alta y masivamente
visitada Plaza de Mayo esta semana. Sus dirigentes se quejan de sus
dificultades productivas, frente al incentivo con que se benefician los
sojeros, con subsidios para disminuir los costos de traslado. Situación de
desprotección y aciago ya vivida por los productores y obreros de la cuenca
lechera de Santa Fe y Córdoba.
En ese escenario de
protesta colectiva e indiferencia gobernante, el presidente Macri viaja a
entrevistarse con el intempestivo patrón del imperio, entusiasmado por atraer
inversiones, cuando en realidad, las mismas egresan del país en forma
descarada. Techint, la multinacional del acero, ha dejado sin trabajo a obreros
argentinos en Campana y abre una fábrica de tubos sin costura en Houston,
Texas, a la que asiste el insensible mandatario.
Dentro de la agenda, se
reserva un espacio especial para fogonear la caída del gobierno bolivariano de
Maduro, en la secreta creencia que esto le sumará puntos frente al imprevisible
Trump, sumándose de esa manera al coro de la Comunidad Europea que, ante la
soberana salida de Venezuela de la OEA, quiere obligarle a llamar a elecciones,
rompiendo con el vulnerado principio de no intervención.
Las alabanzas mutuas,
puestas de manifiesto en la conferencia abierta, de este jueves 27, en donde se
alternaban chanzas entre el ingreso de los limones argentinos y el apoyo contra
Corea del Norte, hacen retornar a los memoriosos a las “relaciones carnales” de
los noventa entre Carlos Menem y George Bush, padre, cuya estrecha y hasta
lúdica relación, llevó al pueblo argentino a vivir las consecuencias del mayor
desguace y descuartizamiento del estado y el imperio del mercado, dejándolo en
la intemperie existencial, destruida la escuela pública, el sistema de salud y
de seguridad social, cuestión que llevó más de una década intentar
recuperarlas, sacándolo a éste último de la voraz garra empresaria que manejaba
el negocio de las AFJP.
De modo que no es un
inocente juego de visitas, sin posteriores consecuencias. Por el contrario,
esta graciosa alianza que va más allá de un apretón de manos, sonrisas y frases
halagüeñas, traerá consecuencias imprevisibles, como inciertas son las
decisiones que pueden adoptar los protagonistas, dadas sus especiales
características personales.
Todo cierra dentro de
esta atmósfera oscura y pestilente que se vive a espalda de las grandes
mayorías. Indiferencia y soberbia. Prepotencia y represión, dentro de una
democracia cada vez más licuada y deslucida, en donde la separación de poderes
es puesta en duda, dadas las presiones ejercidas directa o indirectamente por
el dueño de la pelota.
Sin embargo, esta
semana hubo un destello de luz que iluminó la debilitada esperanza popular,
aunque ante los ojos ansiosos que esperan una salida inmediata a sus
dificultades pareciera mínimo e intrascendente, la aparición del nieto 122,
alentada por la minuciosa investigación llevada a cargo por las Abuelas de la
Plaza de Mayo, fue un preciado estímulo a la lucha por las causas justas. “Esta
nueva restitución es la demostración que la verdad y justicia, siempre vencen
al olvido y al silencio”, expresó en conferencia de prensa este último martes,
Estela de Carlotto, presidenta de la entidad, recordando que, la memoria es la
mejor herramienta de los pueblos para fortalecer su identidad y el ejercicio de
sus derechos. Aliento que, en el otoño austral, con miles de docentes,
empleados obreros en vilo y cautivos de la presión salarial y sus condiciones
de trabajo, impone redoblar la apuesta a las luchas emprendidas con vistas a
torcer los próximos resultados electorales y mirar el futuro con algo más de optimismo.
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