La ultraderecha viene entronizándose en
la región con el apoyo de Estados Unidos. Basta mencionar a la Argentina de
Macri, el Brasil de Temer, la Colombia de Santos y el México de Peña Nieto.
Carlos Pérez Morales / Especial
para Con Nuestra América
Desde
Puerto Rico
Años después del final
de la Segunda Guerra Mundial comenzó una Guerra Fría, sin enfrentamientos
militares armados, entre Estados Unidos y la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas. La guerra fue por lograr la hegemonía económica y
política a nivel internacional. Cada grupo tenía sus seguidores: los países que
aspiraban a tener un gobierno socialista y los que continuarían o establecerían
regímenes capitalistas. Los países beligerantes durante la Guerra Fría se
agruparon en un frente bipolar, los occidentales capitalistas con Estados
Unidos a la cabeza y la OTAN como alianza militar, y los socialistas con la
Unión Soviética y el Pacto de Varsovia.
La Guerra Fría se
llevó a cabo utilizando presiones y acusaciones de unos contra otros. También
brindando todo tipo de solidaridad a los movimientos que seguían esas doctrinas
político-económicas. Este tipo de guerra propició una carrera armamentista
entre ambas potencias y una lucha por alcanzar el triunfo en la carrera
espacial. La misma duró por cerca de cuatro décadas hasta la caída de la URSS.
Consideramos que
hoy día, se repite la guerra fría entre Estados Unidos y América Latina.
Durante décadas
recientes, hemos visto el ascenso al poder de nuevos gobiernos progresistas
llamados de izquierda en América Latina. Estos gobiernos se instalaron en Brasil, Argentina, Paraguay, Venezuela,
Uruguay, Bolivia y Ecuador.
El ex presidente de Ecuador, Rafael
Correa, ha manifestado que una "nueva guerra fría" amenaza a los
gobiernos de izquierda de la región latinoamericana y "trata de
aniquilarlos" con la ayuda de métodos de desestabilización política.
Como reacción, Estados Unidos ha
propiciado presiones, golpes de estados, guerras de desinformación, escasez
artificial de mercancías de primera necesidad, políticas económicas represivas,
como el caso contra Venezuela, apoyo económico a movimientos de derecha, la
criminalización de la izquierda, la creación de escuadrones de la muerte, el
fortalecimiento de la Agencia Central de Inteligencia en estos países, el
aislamiento y condena de esos gobiernos y la militarización de América Latina.
Estos gobiernos han instalado políticas contra el neoliberalismo. Las políticas
neoliberales implantadas en Nuestra América por Estados Unidos, recrudecieron
la pobreza y aumentaron las ganancias de las corporaciones transnacionales.
En términos políticos Rusia trata de
consolidar su influencia en la región latinoamericana, mientras que la
República Popular de China aumenta vertiginosamente su presencia económica en
esa región. De hecho, países como Chile ya comercializan más con China que con
Estados Unidos.
En el caso cubano, Rusia condonó el 90%
de la deuda de Cuba contraída con la antigua Unión Soviética. Con Venezuela y
otros pases firmó pactos de cooperación. Los conflictos en Georgia, Urania y
Crimea, Siria y Afganistán, han producido grandes tensiones entre Rusia y
Estados Unidos que afectan a todo el mundo.
La ultraderecha viene entronizándose en
la región con el apoyo de Estados Unidos. Basta mencionar a la Argentina de
Macri, el Brasil de Temer, la Colombia de Santos y el México de Peña Nieto.
¿Será que la situación del imperio se
calentó?
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