Las y los trabajadores
debemos tomar consciencia que las AFPs existen porque nuestras cotizaciones
mensuales las dotan e inyectan los recursos para que los dueños inviertan en
rentables negocios, por lo tanto, hay que buscar un mecanismo financiero para
que los trabajadores comiencen a tener el control directo de las cotizaciones.
Juan Carlos Gómez Leyton / Especial para Con Nuestra
América
Desde Santiago de Chile
Una nueva gran
manifestación ciudadanía se hizo presente el domingo 24 de julio en diversas
ciudades del país con una sola gran demanda: no más AFPs [administradoras
de fondos de pensiones]. No creo
que sea necesario explicar las motivaciones que tuvieron cientos de miles de
trabajadores para hacerlo. Las razones han sido expuestas de manera contundente
por expertos en la materia, por economistas, por analistas del sistema de
pensiones existente en Chile, tanto nacionales como internacionales. Repetir
aquí sus argumentos resulta inoficioso. Baste con señalar que en la actualidad
hay miles de pensionados del sistema que apenas viven, recibiendo menos de
200.000 mil pesos mensuales, luego de haber trabajado 40 años. Son pensiones de
hambre, de miseria, indignas, que condenan a cientos de miles de hombres y
mujeres a vivir su vejez como un tormento, aquejados por las enfermedades
propias de la edad, imposibilitados de vivir.
Con un sistema de salud pública precario y de pésima calidad. Lo único
seguro que les queda es una muerte digna, e incluso hasta eso, en la mayoría de
los casos, tampoco lo es.
La sociedad neoliberal
es una sociedad de los desperdicios como dice Zigmunt Bauman, hay seres humanos
que sobran, que son escorias, basuras, por un lado, están los niños y niñas
vulnerables y pobres, prueba de ello es la falta de una política para atender a
la niñez desde hace más de 35 años, el ejemplo del SENAME, es prueba
irrefutable de ello. Donde la Ministra de Estado Javiera Blanco, estrecha
colaboradora de la elite de poder y comunicacional de este país, califica a los
niños y niñas vulnerables como un “stock”, o sea, mercancías o desechos o
basuras. Por otro lado, están los adultos mayores, los viejos y viejas, los
abuelos y abuelas, las y los ancianos, estos son una carga, un fardo, que
sobran, que molestan, que se enferman, que piensan y lo peor de todo, viven,
pero no producen. Son inservibles, de los cuales hay que deshacerse de ellos.
Entre las clases medias pobres o de los sectores populares, la situación es muy
grave. Pues, hay otros ancianos que viven como seres humanos: son sectores de
la tercera edad que pertenecen a las clases “pudientes” o “acomodadas”, por
cierto, que son los menos.
En una sociedad de
clases, la vejez se vive de acuerdo a la clase a que se perteneció como
trabajador. La marcha del 24J no solo fue una marcha contra el sistema de
previsión social establecido por la dictadura militar de Pinochet sino en
contra de la clase política nacional, especialmente, la vinculada a la
Concertación de Partidos Políticos y la Nueva Mayoría, es decir, en repudio de
la Democracia Cristiana, del Partido Socialista, del Partido por la Democracia,
del Partido Radical Social Demócrata, del Partido Comunista de Chile, del
Partido Izquierda Ciudadana, del MAS, de todos y cada una de estas
organizaciones que han permitido que durante tres décadas y media, el sistema
de acumulación de capitales neoliberal explote y esquilme a millones de
trabajadores.
Muchos chilenos y
chilenas desde que José Piñera, el intelectual orgánico del capital nacional,
estableciera e impusiera el sistema en los años ochenta, se plantearon en su
contra. Era una aberración y solo conduciría a incrementar la pobreza de los
adultos mayores en el futuro, y que la forma como el capital neoliberal extraía
no solo plusvalor a los trabajadores cotidianamente, sino que los obligaba a
entregar el 10% de sus sueldos miserables para incrementar la acumulación
capitalista del empresariado nacional e internacional. Con ello el capital
lograba reproducirse exitosamente en el tiempo, concentrándose cada vez más en
menos manos. Éxito del modelo era total y completo. La solución para el esquivo
proceso de acumulación, que el economista estadounidense Tom Davis había
señalado en 1962 como el principal obstáculo para la reproducción del
capitalismo nacional, había sido encontrado.
La acumulación
destinada para reproducción ampliada del capital no la harían los capitalistas
sino los trabajadores. Pero, quien administraría los recursos expropiados
compulsivamente a los trabajadores, serían las empresas capitalistas nacionales
o extranjeras, la ganancia la obtendrían ellos, pero las y los trabajadores
disfrutarían solo del 35% o con suerte con un 40% del salario acumulado y
percibido durante 40 años de trabajo. O sea, salarios y pensiones de miseria.
Eso se dijo en los años ochenta. Y, esa es la gran responsabilidad social y
política de aquellos que consolidaron, ampliaron y profundizaron el sistema en
la sociedad nacional, son los Aylwin, los Frei Ruiz Tagle, los Lagos, Bachelet
y, por cierto, Sebastián Piñera.
La marcha del 24J por
multitudinaria que haya sido, no basta. De ninguna manera resuelve el problema,
presente y futuro. Tendrán que venir más y más. Pero, no hay que cometer el
error del movimiento estudiantil de 2011, dejarse expropiar la demanda por el
fin del lucro, por una educación gratuita y de calidad, por la clase política
miserable enquistada en la Nueva Mayoría. Esa lección ciudadanas y ciudadanos
no debe volver a ocurrir.
La demanda: NO MÁS AFPs, es nuestra y nosotros
debemos, las y los ciudadanos, organizarnos social y políticamente, es decir,
transformarnos en actores con poder, para encontrar la solución más óptima para
un problema que nos compete y nos interpela.
No podemos pensar que la clase política actual, corrupta y podrida, nos
va dar la solución. Tampoco podremos pensar que los dueños de la AFPs van dejar
ir el negocio tranquilamente, tendremos que arrebatárselo.
Todos las y los
trabajadores de las AFPs son accionistas de ellas, por lo tanto, somos los
dueños de ellas y de los recursos que allí se depositan todos los meses. Nos
pertenecen, lo primero que hacer debemos es organizarnos por AFPs. Todos los
que pertenecen a una, debemos reunirnos y comenzar exigir nuestros derechos de
accionistas. Somos miles. Según la
información que se dispone al 31 de mayo del año en curso hay cerca de
11.000.000 de afiliados, distribuidos de la siguiente forma en 6 AFPs, que hoy
dominan el mercado.
AFP
|
TOTAL, AFILIADOS
|
CAPITAL
|
1.737.710
|
CUPRUM
|
640.416
|
HABITAT
|
2.042.288
|
MODELO
|
1.483.860
|
PLANVITAL
|
973.900
|
PROVIDA
|
3.221.644
|
TOTAL
|
10.099.818
|
Tenemos la fuerza y la
razón. Debemos comenzar a organizarnos para tomar el control de ellas. Para
producir en el más corto plazo su expropiación. Y, comenzar administrarlas
financieramente como los trabajadores administraban las Sociedades de Fondos
Mutuos, la Mutuales u otras organizaciones sociales de ese tipo. El control de
las AFPs debe ser ciudadano y no estatal.
Las y los trabajadores
debemos tomar consciencia que las AFPs existen porque nuestras cotizaciones
mensuales las dotan e inyectan los recursos para que los dueños inviertan en
rentables negocios, por lo tanto, hay que buscar un mecanismo financiero para
que los trabajadores comiencen a tener el control directo de las cotizaciones.
Evitar así que los patrones abusen y usen nuestras cotizaciones en beneficio
propio. Tenemos que tener claro que los dueños de la AFPs están coludidos con
los patrones y empresarios a los cuales les trabajamos diariamente.
La próxima acción
ciudadana en contra de las AFPs no debe ser una marcha sino un paro nacional de
advertencia que apunte la ocupación (toma) masiva de las casas centrales de
estas empresas, ocupar sus oficinas y constituir una asamblea permanente de
afiliados y la constitución de un directorio general de trabajadores para tomar
el control popular y ciudadano de ellas.
NO podemos esperar.
¡¡¡A terminar con las AFPs, ahora!!!
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