En las favelas y
periferias urbanas de Brasil han nacido decenas de colectivos que representan
una nueva generación de militantes, muchos de ellos formados en colegios
secundarios y universidades, con fuerte protagonismo de mujeres jóvenes.
Raúl Zibechi / LA JORNADA
El pasado 11 de junio, un
grupo de vecinos del barrio Morumbi de São Paulo se manifestó en apoyo a los
policías que mataron a Ítalo, un niño negro de 10 años. Según los
manifestantes, el niño era apenas un delincuente que merecía lo que le sucedió.
Morumbi es el barrio más rico de la ciudad y es conocido por sus mansiones y
condominios de lujo, donde viven celebridades y personas importantes de Brasil.
Esa misma mañana, 30
militantes negros de la periferia de la urbe llegaron con pancartas y fotos de
jóvenes asesinados por la Policía Militar, increpando a los manifestantes de
“racistas asesinos”. “Estoy aquí luchando contra la burguesía que sale a la
calle para naturalizar y banalizar nuestra muerte, la muerte de jóvenes y
negros de la periferia”, dijo a los medios una joven de 21 años, de la zona
este de São Paulo (http://goo.gl/cdOYBE).
Ciertamente, fue una
pequeña pero importante respuesta que pone en evidencia lo que para muchos es
la mayor contradicción del Brasil actual: el racismo. Interesa destacar que los
jóvenes militantes negros atravesaron toda la ciudad, en un recorrido de ida y
vuelta de no menos de dos horas, para desafiar a las clases dominantes en el
territorio que representa el núcleo de su poder. Una actitud que revela
conciencia, organización y coraje.
Esa misma semana de
junio, las comunidades negras colombianas que participaban en la Minga Agraria,
Campesina, Étnica y Popular realizaron acciones importantes, como la toma
del puerto de Buenaventura, que fue cerrado por 130 lanchas de pescadores y
cientos de manifestantes agrupados en el Proceso de Comunidades Negras (PCN).
“El mar nos pertenece”, fue el lema con el que bloquearon el puerto más
importante del Pacífico, la región convertida en territorio donde vive una
parte del pueblo negro.
La Asociación de Consejos
Comunitarios del Norte del Cauca (Aconc) se movilizó en el mismo contexto de la
Minga exigiendo la derogación de los títulos mineros que fueron otorgados a
trasnacionales, con masivas marchas en Quinimayó, en el municipio de Santander
de Quilichao. Uno de sus dirigentes, Víctor Hugo Moreno, destacó que la
megaminería “está desplazando la minería ancestral y artesanal, afectando las
fuentes de agua y rompiendo nuestros territorios y procesos organizativos” (http://goo.gl/Loz21s).
El PCN está conformado
por 120 organizaciones territoriales de base, desde el Caribe hasta el
Pacífico, y funciona con base en palenques regionales, con una asamblea
nacional que elige un consejo de todos los palenques. La Aconc reúne cerca de
40 consejos comunitarios de 10 municipios en el norte del Cauca. Ambas
participan en la Cumbre Agraria que organizó el paro nacional de junio (http://goo.gl/DfboIk).
Con grandes diferencias
entre ellos, los movimientos negros de Brasil y Colombia están viviendo una
fase nueva. Tras resistir una guerra no declarada, muestran signos de pasar a
la ofensiva. De los 5 millones de negros colombianos, más de 700 mil han sido
forzados a desplazarse por la acción terrorista de los grupos paramilitares y
de las fuerzas armadas. En Brasil, la muerte violenta de negros creció casi 40
por ciento desde 2003, cuando Lula llegó al gobierno, mientras la muerte
violenta de blancos cayó 25 por ciento. No son, por cierto, los únicos países
donde la resistencia negra está ingresando en una nueva etapa.
En las favelas y
periferias urbanas de Brasil han nacido decenas de colectivos que representan
una nueva generación de militantes, muchos de ellos formados en colegios
secundarios y universidades, con fuerte protagonismo de mujeres jóvenes. Uno de
los más significativos se llama Ocupa Alemão, en el complejo de favelas de Maré
(Río de Janeiro). El colectivo agrupa entre 20 y 40 personas y nació en
respuesta a la ocupación militar de la favela Alemão, en 2010, y la
construcción de un teleférico para que los turistas puedan fotografiar a los
pobres, un verdadero panóptico a cielo abierto para el control de la población.
Ocupa Alemão se propone
“ocupar nosotros mismos nuestra favela con acciones colectivas”. Rechazan la
forma en que las izquierdas se relacionan con las favelas y no escatiman
críticas a las ONG. Entre sus actividades destacan los cinedebates, juegos con
niños y niñas, talleres de grafiti, el festival Ocupa Rock realizado en agosto
de 2015 y la anual Feria de Negritud Económica, itinerante entre espacios
negros, con el objetivo de difundir la resistencia cultural y política.
En las ferias, cada
expositor cede 20 por ciento de sus ganancias a un fondo de luchas y apoyo a
las víctimas del Estado. Sostienen que “la negritud económica no ofrece novedad
alguna a la favela ni al pueblo negro ni representa una nueva ideología”; por
el contrario, “es el quilombo (palenque) el que nos enseña sobre autonomía
económica y autogestión. La favela lo hereda y hace de su espacio su negocio.
La negritud económica es nuestra mejor forma de apoyarnos colectivamente. Una
feria nuestra. Autonomía negra” (https://goo.gl/AQ4Z5I).
Los militantes de Ocupa
Alemão reconocen haber pasado por tres etapas. La primera fue con las ONG y
dejó mal sabor. Luego se vincularon con movimientos autónomos de otras favelas
y crearon el Foro Popular de Apoyo Mutuo. En la tercera estrecharon lazos con
la campaña Reaja ou Seja Morta, reaja ou seja morto, que nació en Bahia
en 2005, con la que organizaron la Marcha contra el Genocidio del Pueblo Negro.
La campaña Reaja es,
probablemente, la creación más importante del movimiento negro en América
Latina (por su rechazo a la cooptación y al Estado, por sus modos autónomos,
por su radicalidad), que todos los militantes deberíamos conocer (reajanasruas.blogspot.com). Hamilton
Borges, fundador de Reaja, traza un balance de estos 10 años con base en lo que
denomina “teoría general del fracaso”, “si el éxito es hacer promoción de la
igualdad. Si el éxito es sentarse con el enemigo ante la sangre de nuestro
pueblo, nosotros preferimos el fracaso de enfrentar el terror en las calles”.
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