El narcotráfico es un
negocio capitalista que también ha crecido geométricamente en México y los tres
países centroamericanos del llamado triángulo norte. Es ya un rubro importante
en el crecimiento económico de éstos últimos países. Tiene un potente motor: el mercado de la droga más boyante en
el mundo. En Estados Unidos de América, aproximadamente 20 millones de personas
son consumidores de opiáceos, tranquilizantes y estimulantes.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
Hoy la región más
violenta del mundo de todas aquellas en las cuales no existe guerra, es la que
conforman Guatemala, El Salvador y Honduras. Los cascos urbanos
capitalinos en los primeros dos
países, eventualmente son lugares
invivibles como consecuencia de la violencia delincuencial. Y en Honduras la costa atlántica es un lugar infernal. Las
estadísticas son espeluznantes. En Honduras la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes en 1999 era de
42.1; en 2012 tal tasa llegó a 90.4. Pero en San Pedro Sula, acaso la ciudad
más violenta del mundo, tal cifra
llegaba en ese año a 187 por cada 100 mil habitantes. Las causas de la
descomposición social en el triangulo norte de Centroamérica exceden por
supuesto las pretensiones de un pequeño artículo periodístico. Pero es
evidente que el narcotráfico está
jugando un papel importante en ese incremento exponencial de la violencia.
El narcotráfico es un
negocio capitalista que también ha crecido geométricamente en México y los tres
países centroamericanos. Es ya un rubro importante en el crecimiento económico
de éstos últimos países. Tiene un potente motor: el mercado de la droga más boyante en
el mundo. En Estados Unidos de América, aproximadamente 20 millones de personas
son consumidores de opiáceos, tranquilizantes y estimulantes. Muchos
millones más son habituales consumidores
de marihuana y la heroína en los últimos años ha vuelto a ser una droga de gran
consumo. He aquí pues, la causa
última del crecimiento de las
Organizaciones Criminales Transnacionales como ha llamado Steven Dudley,
co-director de Insight Crime, a los grandes cárteles del narcotráfico que operan
en la región, principalmente el Cártel de Sinaloa, los Zetas y el Cartel del
Golfo. La organización de la producción
y el trasiego de la droga según Dudley, podría tener varios niveles. La
cúspide estaría integrada por los grandes cárteles mexicanos, los cuales
todavía continúan actuando pese a los continuos golpes a sus principales capos.
Un segundo nivel, los carteles locales en los tres países centroamericanos,
serían una suerte de socios menores encargados del transporte y la producción
local.
Finalmente habría un
tercer nivel constituido por pandillas, entre ellas las maras, cuyo negocio
sería el llamado narcomenudeo. Secuestros y extorsiones son los otros negocios
asociados al narcotráfico y a menudo también
son operados por las ligas menores del crimen organizado. La violencia
callejera, la que sufre el ciudadano común y corriente, provendría en gran
medida de este nivel delincuencial, el cual estaría más cercano a la vida
cotidiana de la población. El choque entre las grandes corporaciones, por
ejemplo la guerra que se ha observado entre el Cártel del Golfo y Los Zetas, o
la que se pueda observar entre los carteles de segundo nivel, complementa el
mundo de la violencia en México y en el
norte centroamericano. Actualmente las masivas maras no pueden ser desligadas
del gran crimen organizado y por lo tanto tampoco de la corrupción en los
distintos niveles del gobierno.
He aquí pues, algunas
pinceladas del infierno en el triángulo norte de Centroamérica.
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