La sátira y la
caricatura en los medios de comunicación,
han hecho gráficas las diferentes estaturas físicas de Peña Nieto,
Trudeau y Obama. Fuera de la sorna, esto no tiene ninguna importancia. Lo
esencial es que la lección de Obama a Peña Nieto, puso en evidencia su limitada
estatura intelectual.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
En la cumbre de Líderes
de América del Norte celebrada en Ottawa el 29 de junio de 2016, el presidente
mexicano Enrique Peña Nieto recibió una inesperada cubetada de agua fría.
Movido por su animadversión a Andrés Manuel López Obrador, Peña Nieto embistió
contra el “populismo” repitiendo los argumentos más chocarreros del
neoliberalismo. Sorprendente fue la respuesta que le dio el Presidente de los
Estados Unidos de América, Barack Obama. La razón última de la cátedra sobre
populismo que Obama le recetó a Peña Nieto, es otro fantasma: Donald Trump. Mi
conclusión es que cada uno de los presidentes, al hacer un boxeo de sombra, arribaron a connotaciones
enteramente distintas con respecto a lo que
es el populismo. Peña Nieto usó el término dándole toda la carga
negativa que le da el neoliberalismo. Obama por el contrario, le dio una connotación sumamente positiva, al
extremo de poner a Bernie Sanders como paradigma del auténtico populista. Y a
Trump como el cínico xenófobo que haciendo uso de la demagogia, quiere aparecer
como populista.
Para Obama ser
populista, y él se asume como tal,
significa preocuparse porque los trabajadores y los pobres sean tomados
en cuenta, que tengan una voz colectiva
y una porción en el pastel de la
abundancia; que todos los niños tengan las mismas oportunidades de una
buena educación y atención médica; que
las madres trabajadoras de esos niños
tengan garantizado un cuidado adecuado para sus hijos; que haya un sistema
tributario justo en el cual los que más
tengan sean los que más paguen; que se ponga un límite a los abusos financieros
que condujeron a la crisis desastrosa de 2008; que se combata a la evasión de impuestos de los que colocan
sus dineros en cuentas extraterritoriales.
La lección inesperada
para Peña Nieto tiene un motivo de fondo: la degradación de políticos y estadistas que el neoliberalismo
ha provocado en México. La actual derecha neoliberal tuvo antaño figuras
notables, por ejemplo Jesús Reyes Heroles (PRI) y Manuel Gómez Morin (PAN). En
cuanto a presidentes siempre me inspiró respeto por su tesitura cultural, José
López Portillo, aún cuando su gobierno expresó lo abominable del príato. El
neoliberalismo en cambio, habría de llevar a la presidencia de México a personajes impresentables por su
ignorancia. El PAN puso en la silla presidencial a Vicente Fox Quesada quien se
volvió famoso por sus tonterías verbales. El entonces candidato Enrique Peña
Nieto (puesto por el PRI), en la Feria
Internacional del Libro en Guadalajara de 2011, no supo decir cuáles eran los
tres libros que más lo habían impactado en su vida. Y ya como presidente nos
hemos podido dar cuenta de que no sabe
bien cuáles son las capitales de los distintos estados de la Federación.
La sátira y la
caricatura en los medios de comunicación,
han hecho gráficas las diferentes estaturas físicas de Peña Nieto,
Trudeau y Obama. Fuera de la sorna, esto no tiene ninguna importancia. Lo
esencial es que la lección de Obama a Peña Nieto, puso en evidencia su limitada
estatura intelectual.
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