No
hay que ser mezquinos, y hay que expresarlo bien claro: Nicolás Maduro está resistiendo
esta brutal embestida de la oposición, que no ha cesado un sólo día de atacarle,
desde que asumió la presidencia. Hasta hace poco la oposición envalentonada, se
creía dueña de las calles; hoy el panorama no es el mismo, éstas vienen siendo
recuperadas por los seguidores del chavismo.
Ángel Bravo / Especial para Con Nuestra
América
Nicolás Maduro, presidente de Venezuela. |
Salvo
la agresión, manipulación y terrorismo mediático ejercido contra la Revolución
Cubana desde el triunfo en 1959, la embestida que sufre hoy la Revolución
Bolivariana no tiene antecedentes en otro país de América Latina. Las
oligarquías nativas obedientes a las directrices de Washington, vienen
desarrollando sistemáticamente una campaña brutal a través de los medios
masivos, contra los gobiernos de izquierda en América Latina. Su influencia es
tan grande que incluso no es difícil leer o escuchar a algunos académicos e
intelectuales, otrora simpatizantes y partidarios de las causas populares y
progresistas en la región, repetir discursos ideologizados contra el gobierno
de Venezuela.
Cada
vez es más común encontrar en distintos países de América Latina, a venezolanos
organizados, dirigiendo un programa radial o un semanario, desde donde se
proclaman grandes defensores de la democracia y los derechos humanos, pero
defienden abiertamente un golpe de Estado en Venezuela; elogian las actividades
de la oposición, sin señalar cuáles son, y al mismo tiempo demonizan a Nicolás
Maduro, acusándolo de todo, incluso de acaparar los alimentos y el papel
higiénico.
Contra
el gobierno venezolano no solamente se lleva a cabo una guerra mediática, sino
también una guerra económica despiadada; esta se expresa, por ejemplo, en la desaparición
de alimentos, carencia de productos de higiene, escasez de medicamentos,
apagones, entre otros, que han creado una situación de angustia en la
ciudadanía. Los grandes medios jamás explican las causas reales de esas
ausencias; por ejemplo no dicen quiénes son los que acaparan y escoden los
víveres; nunca informan de la estrepitosa caída del precio del petróleo, que en
enero y febrero de este año estaba en menos de $20.00 y las consecuencias que
tiene para la economía nacional; tampoco informan que la sequía provocada por
el fenómeno El Niño produce resultados completamente negativos para un país donde
toda la electricidad es hidráulica. Para esos medios, la culpa de todo lo tiene
el presidente Nicolás Maduro; él es el responsable del bajo precio del
petróleo, él es el causante de que en Venezuela no llueva.
Hoy
aunque la guerra mediática continúa, el gobierno empieza a resistir en el plano
económico. Por ejemplo, el precio del petróleo es de $50.00, no $20.00 como en los
meses de mayor crisis, esto le permite una pequeña, pero significativa mejora
en sus exportaciones; también hay una reducción de los apagones, gracias al
aumento considerable de las lluvias. Y ante el acaparamiento y
desabastecimiento, el Gobierno ha creado los Comités Locales de Abastecimiento
y Producción (Clap), que consiste en la distribución quincenal casa por casa,
de bienes de tres tipos: alimentos, productos de higiene y medicamentos,
dirigidos a las comunidades más vulnerables (dos millones de personas). Como ha
dicho el presidente Maduro: "la Revolución con la Misión Alimentación va
llegando, enfrentando la emergencia económica, estas son medidas de emergencia
económica, para garantizarle a nuestro pueblo la atención directa en el hogar,
Mercal casa por casa y Mercal obrero también". Esta es la batalla que hoy
enfrenta el gobierno de Venezuela.
No hay
que ser mezquinos, y hay que expresarlo bien claro: Nicolás Maduro está resistiendo
esta brutal embestida de la oposición, que no ha cesado un sólo día de atacarle,
desde que asumió la presidencia. Hasta hace poco la oposición envalentonada, se
creía dueña de las calles; hoy el panorama no es el mismo, éstas vienen siendo
recuperadas por los seguidores del chavismo.
Pero de
todo esto, nada informan los grandes medios; la idea más bien es desvirtuar cada
vez más al Gobierno, continuar demonizando a Nicolás Maduro, ocultar las
fechorías de la oposición, generar caos, insistir en que estamos ante una
crisis humanitaria y justificar la intervención extranjera.
En
estas circunstancias el presidente Nicolás Maduro ha mostrado una gran voluntad
por dialogar con la oposición; el mejor testigo de esta actitud es el exjefe de
gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, quien ahora está proponiendo
que intervenga el Vaticano. Sin embargo, lo que reciben por respuesta de estos
“demócratas”, es más guarimbas y total rechazo al diálogo. La propuesta de
ellos -con el visto bueno y solapado de Washington-, se reduce a destituir a la
fuerza a Nicolás Maduro.
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