Frente a este
dramático “fin de la historia” (¿?), la especie sapiens solo podrá sobrevivir
forjando un Estado planetario que asuma los desafíos más apremiantes que su
propio desarrollo ha incubado.
Arnoldo Mora Rodríguez / Especial para
Con Nuestra América
La
racionalidad occidental es hoy patrimonio de la humanidad, no solo porque
alcanza a todos los rincones del planeta, sino también a todas las actividades
e instituciones. Hoy la ciencia y la tecnología se han convertido (Heidegger),
en un “destino” en el sentido griego de la palabra: nos domina y no podemos
vivir sin ellas. La primera condición para que haya “democracia” en el sentido
que la Revolución Francesa le dio a ese término, es la consigna que resuena en
todos los rincones: LIBERTAD - IGUALDAD – FRATERNIDAD. Pero el énfasis ha sido diferente, si bien signado por “la
lógica de la historia”(Hegel), lo que
tipifica cada época. Fue durante el siglo XIX que el énfasis se dio en la
“libertad”; lo cual llevó a la creación de los Estados nacionales y a las
guerras por la independencia.
El siglo XIX será el de la independencia de
Nuestra América, cuya balcanización llevó a la creación de los Estados
nacionales inspirados en criterios estrictamente políticos (“Estado” es aquel
territorio dominado por un ejército). Los generales del estado mayor de Bolívar
(Santander creando Colombia y Páez Venezuela) hicieron trizas el sueño
anfictiónico del Libertador y convirtieron su muerte en tragedia para todos
nuestros pueblos. El siglo XX se signó por las revoluciones sociales al grito
de IGUALDAD: México (1910), Rusia (1917), China (1949) y Cuba (1959), mientras
se completaba la independencia de las colonias europeas en Asia y Africa. El
único país–civilización que nunca fue colonizado por Occidente fue el más
antiguo imperio de la historia: China, hoy segunda potencia mundial y que
podría llegar a ser la primera.
Este
sucinto recuento de la historia política reciente, nos explica la “crisis”
(¿terminal?) que vive la hegemonía que Occidente ha mantenido desde que los
griegos derrotaron a los persas (siglo VI a. C.). Pero antes Egipto crearía, 2000 años antes de nuestra
era, el primer estado en un territorio limitado, un reino, e inventado la
escritura jeroglífica a partir del arte figurativo. China crearía luego los
imperios y pondría como modelo
ideal de ser humano (Weber) al
burócrata eficiente (mandarín) y creado la escritura ideográfica.
Finalmente, Sumeria será la cuna de la
actual cultura occidental dando origen a lo que hoy se entiende por
“democracia” (prioridad de la sociedad civil). Los mercaderes sumerios crearon
la escritura cuneiforme, el alfabeto fonético y la numeración decimal, lo que
les permitiría crear bancos, monedas y posteriormente la primera civilización
marítima (Fenicia). Damasco es la más antigua ciudad de la historia fundada hace 8 mil años. No es
ninguna casualidad (en la historia, como en la política, no hay casualidades )
que la batalla (¿definitiva?) de la hegemonía occidental se libre hoy en Siria
y que, para algunos analistas de la actualidad, la batalla de Alepo sea para
Occidente lo que Stalingrado fue para el Tercer Reich.
Frente
a este dramático “fin de la historia” (¿?), la especie sapiens solo podrá
sobrevivir forjando un Estado planetario que asuma los desafíos más apremiantes
que su propio desarrollo ha incubado, a saber,
terminar con la violencia hacia la Naturaleza superando los obstáculos
naturales que le posibiliten sobrevivir y acabar con las guerras entre humanos
que le permitan convivir, esto es, pasar de la sociedad (Gesellschaft) basada
en el instinto gregario, a la comunidad (Gemeinschaft ) inspirada en criterios
axiológicos (Tônies).
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