Si durante los años que
fue canciller uruguayo poca gente lo llegó a conocer, desde que desembarcó en
la secretaría general de la OEA, Luis Almagro estuvo acaparando titulares en la
prensa. Claro, pocos de ellos halagüeños.
Álvaro Verzi Rangel / ALAI
Si siendo canciller se
opuso al ingreso de Venezuela en el Mercosur, pese a la decisión de todos los
presidentes de los países del bloque, entre ellos el de su país, José Mujica,
su “problema personal” con el país caribeño siguió creciendo en Washington.
No pocos han denunciado
la actitud injerencista de Almagro, pasando por encima de todas las formas y
reglamentos del acuerdo panamericano, siguiendo –aparentemente- el guión
escrito en el Departamento de Estado estadounidense para socavar la revolución
bolivariana, a la que no han podido derrocar por la fuerza, pese a los intentos
y esfuerzos desestabilizadores por 15 años.
Desde el Vaticano indican
que fue realmente Almagro, con su agresiva política antibolivariana, que
impidió el diálogo del gobierno de Nicolás Maduro con la oposición, alentado
por la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) –con la mediación de tres ex
presidentes- e impulsado por el papa Francisco.
Su sucesor en la
cancillería uruguaya, Rodolfo Nin Novoa, señaló esta semana en el Senado de su
país que para aplicar el protocolo de Ushuaia “tiene que haber una ruptura
institucional”, y añadió que Uruguay “no considera” que exista este escenario
en Venezuela.
No cabe dudas que Almagro
se ha extralimitado en sus funciones. Más allá de eso, no cabe dudas que no
solo está actuando bajo presión, sino también contra reloj.
Algunos de los que
trabajaban (ya no) con Almagro en la OEA señalan que más allá de posiciones
ideológicas, la activación de la Carta Democrática de la OEA para sancionar el
gobierno venezolano, tiene precio y límite de tiempo. Hay un puñado de dólares
(bueno, se habla de un millón) por el “trabajito” y la fecha límite es la de
las elecciones presidenciales estadounidenses.
Esto explicaría el
desatino, el apuro, la desesperación de Almagro, que no desaprovecha ninguna
cámara de televisión, micrófono de radio, fotógrafos de prensa, para que
perdure en el imaginario colectivo y en sus patrocinadores que él sigue en su
cruzada, aunque la mayoría de los países no estén de acuerdo con ella.
Almagro tiene pocos
defensores, y no porque no haya algunos gobiernos que sí quieren el fracaso de
la revolución bolivariana, sino porque su posición no tiene asidero ni jurídico
ni reglamentario, y mucho menos diplomático o político. Varios de los
integrantes de su gabinete en la OEA, prefirieron hacer mutis por el foro.
Junto a él siguen
alineados los dirigentes de la oposición venezolana, sobre todo aquellos de las
posiciones más radicales, los que siguen soñando con vías cruentas o una
invasión estadounidense para terminar con el chavismo.
El presidente de la
unicameral Asamblea Nacional venezolana, el opositor Henry Ramos Allup tuvo su
momento de gloria en los selfies de la OEA, pero ahora su presencia junto al
cruzado uruguayo fue reemplazada por los diputados Luis florido (de Voluntad
Popular) y William Dávila (de Acción Democrática), presidente y miembro de la
comisión de Relaciones Exteriores de la Asamblea, respectivamente.
Precisamente, Florido
–presidente de la empresa Servifood Este y vic de Inversiones Caribe 2005- ha
sido el principal protagonista de los conciliábulos entre los asambleístas
opositores venezolanos y Almagro, para buscar las formas de imponer la Carta
Democrática.
Florido es un hombre con
muy buenas relaciones en Estados Unidos. A fines de abril realizó una gira por
el país del norte, cuando fue recibido en el Senado por Ed Royce, representante
de la comisión de Política Exterior, y por los senadores cubano-estadounidenses
Marco Rubio y Bob Menéndez. Tras estos encuentros Florido se reunió con Almagro
para ponerlo a tono con el nuevo guión y solicitarle el apoyo de la OEA para
impulsar el referendo revocatorio del mandato del presidente constitucional
Nicolás Maduro.
Un viaje Florido
El viaje de la misión que
encabezaba Florido en Washington –supuestamente para denunciar una “crisis
humanitaria” en Venezuela- fue preparada y supervisada por Brian Naranjo,
actual ministro consejero de la embajada estadounidense en Caracas, quien les
coordinó el recibimiento (y las fotos) en el Senado y los encuentros con Royce,
Rubio y Menéndez, previo a la reunión con Almagro.
Lo cierto es que el
esfuerzo no se limitó a Washington. Durante marzo, abril y mayo los dirigentes
opositores venezolanos viajaron por Brasil, Uruguay, Paraguay, México y Canadá
(aun cuando se sentían “como en casa” en Miami), buscando un futuro apoyo de la
derecha regional en el marco de la OEA.
Tres semanas después de
ese encuentro en la capital estadounidense, el 19 de mayo Almagro y Florido
volvieron a encontrarse en Washington, ocasión en la que el diputado venezolano
le entregó formalmente la solicitud de la Asamblea Nacional con los supuestos
elementos por los que exigían la invocación de la Carta Democrática. A partir
de este informe, Almagro elaboró su informe, presentado en la sesión
extraordinaria de la OEA del 23 de junio.
Ya iba en camino al
premio, se allanaba el camino para que Almagro –a esa altura “divorciado” de
Pepe Mujica y criticado hasta por el actual presidente uruguayo Tabaré Vázquez-
pudiera ver más cerca el puñado de recursos prometidos.
El puñado de dólares le
sigue siendo esquivo, por ahora. Aun cuando Almagro y la oposición fracasaron
en su intento de aprobar la aplicación de la Carta Democrática, Florido ha sido
coherente: públicamente continuó exhortando a la OEA y en particular a Almagro
de no desistir en el empeño de activar la Carta y se apruebe el referendo
revocatorio, como una vía efectiva para presionar al gobierno de Maduro.
Ay, el asesor argentino
Pero no todo es política
ni siempre están disfrazados de defensores de la democracia y las libertades,
porque en esas visitas periódicas a Washington, Florido y Dávila aprovecharon
para coordinar las acciones con un sorprendente asesor de Almagro - Senior
Advisor-, el empresario argentino Gustavo Cinossi.
Este personaje, quien
ocupó algunos espacios en la prensa de su país siempre vinculado a escándalos
financieros, es el puente de los opositores venezolanos con el secretario
general de la OEA. A través de Cinossi, Almagro conoce de segunda mano todo lo
que sucede en Venezuela –versión opositora, claro- y las acciones que emprende
la desunida Mesa de Unidad Democrática para presionar por la realización del
revocatorio y liquidar al gobierno de
Maduro.
“En los noventa tenía un taller que hacía
stands para exposiciones de supermercadistas. Se las arreglaba para viajar a ferias
internacionales, supo tenderle la mano a Luis Pagani, de Arcor, acercarse a
Alfredo Coto y luego ligarse a Juan Mirenna para desembarcar en el Sheraton
Pilar, donde tiene sólo el 5% de las acciones”, añade.
Sin dudas, mantener
buenos vínculos con gente de poder en el país y en el exterior es el mayor
capital de este hombre de 50 años quien tenía en el Sheraton de la ciudad
bonaerense de Pilar su base de operaciones donde recibía a figuras del mundo de
los negocios, la Justicia, la diplomacia y hasta el propio Carlos “Chino”
Zannini, ex secretario privado de la presidencia argentina y candidato a
vicepresidente en las últimas elecciones.
Participa de un hotel
Sheraton en la ciudad de Tucumán y tiene un yate con bandera panameña en
Uruguay, en el que se sacaba fotos con empresarios, políticos… (¿Habrá alguna
con Almagro, también?)
Perfil recuerdas que tuvo
muy buena llegada con embajadores, como la estadounidense Vilma Martínez y el
consejero político Jeff Brown, entre otros, desde donde fue tejiendo vínculos
con el Departamento de Estado. “ Los que no lo quieren deslizan que hasta puede
ser agente de la CIA”, añade..
Cinosi fue parte de una
sociedad que organizó la logística de la Cumbre de las Américas en Mar del
Plata en 2005, con la presencia del presidente estadounidense George Bush y
donde fue sorprendido con el No al ALCA. En 2008 se lo vincula a intento de
operaciones petroleras en Venezuela, y hasta apareció en crónicas de la causa
de lavado de dinero en la que investigan al empresario Lázaro Báez.
Cinossi ha intentado
hacer negocios petroleros con Venezuela, recuerda el diario Perfil, e incluso
trató de presionar al representante de la empresa estatal venezolana en la
Argentina, con una foto sacada a éste y su acompañante, su Porsche y el fondo
del Sheraton Pilar...
En 2008 fue allanada su
residencia por la justicia, que investigaba el tráfico de efedrina y sus
relaciones con un triple crimen y los grandes carteles de droga de México.
Amante de los autos y corredor de fórmulas deportivas (suele pasearse en un
Porsche Carrera) fue nombrado por Almagro como asesor de Asuntos
Institucionales y responsable del diálogo interreligioso y presentado como
"empresario argentino de amplia trayectoria en el ámbito
interamericano". ¿Quién le hizo el guión?
¿Será todo por un puñado
de dólares?
- Álvaro
Verzi Rangel es investigador del Observatorio en Comunicación y Democracia
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