El modelo occidental, el “bien vivir industrial”, incluido el bienestar
y por supuesto de confort, es en esencia un modo que dilapida y depreda
mayormente los recursos del planeta, pero algo peor: es el principal causante
de la contaminación de los gases de efecto invernadero que han afectado el
equilibrio climático del planeta.
Víctor M. Toledo / LA JORNADA
¿Quiénes son los
causantes del calentamiento del planeta y sus secuelas climáticas? ¿Acaso somos
toda la humanidad? ¿Está la responsabilidad distribuida equitativamente o por
el contrario recae sobre sectores específicos? Durante las negociaciones
internacionales para detener y remontar el cambio climático se llegó, mediante
métodos diversos a establecer cuotas de responsabilidad por países basadas en
la cantidad de contaminantes arrojadas a la atmósfera. Hoy, nuevos estudios han
afinado la mirada logrando revelar con mayor precisión los principales
contaminadores y haciendo visibles interesantes procesos de carácter histórico.
Un informe preparado por
Tim Gore para la organización Oxfam y distribuido en la pasada Cumbre de París
sobre el cambio climático, la llamada COP21 (www.oxfam.org/), mostró que la mitad más pobre de la
población humana, unos 3.5 mil millones de individuos, generan tanto como 10
por ciento de los gases causantes del calentamiento global, mientras el 10 por
ciento más rico emite la mitad de esos gases a la atmósfera. La revelación vino
a confirmar lo que ya se sospechaba: que los sectores más vulnerables a las
nuevas inclemencias del clima, como inundaciones, sequías, temporadas extremas
de calor, impactos de huracanes, etcétera, son los que menos ponen “velas en el
entierro”. A esto suele llamarse injusticia climática. Aún más, el reporte
permite matizar entre y en el interior de los países la responsabilidad de los
diversos sectores sociales como alteradores del equilibrio global. Por ejemplo,
las emisiones totales de la mitad más pobre de China, unos 600 millones,
representan apenas un tercio del total de emisiones del 10 por ciento más rico
de Estados Unidos, alrededor de 30 millones. Igualmente el 10 por ciento más
rico de India contamina en promedio sólo una cuarta parte de lo que lo hace la
mitad más pobre de Estados Unidos. Estos datos muestran que son los “estilos de
vida” un factor determinante. Cómo se consumen alimentos, se utiliza agua y
energía, se transporta o se eliminan desechos, e incluso cómo se practica el
descanso o el esparcimiento, son asuntos claves. Por ejemplo el uso de los
aviones lo realiza(mos) solamente 2 por ciento de la población humana. Una cosa
es producir alimentos de acuerdo con el sistema tradicional de los pequeños
productores campesinos en circuitos cortos, y otro es el sistema agroindustrial
que implica insumos, energía, fertilizantes químicos, transporte a largas
distancias, transformación, congelamiento, empaque, etcétera.
El modelo occidental, el
“bien vivir industrial”, incluido el bienestar y por supuesto de confort, es en
esencia un modo que dilapida y depreda mayormente los recursos del planeta,
pero algo peor: es el principal causante de la contaminación de los gases de
efecto invernadero que han afectado el equilibrio climático del planeta. El uso
de los índices de la llamada “huella ecológica” permiten calcular el impacto
ambiental que provoca desde un individuo (como usted o yo), una familia, una
ciudad, un país y toda la humanidad.
Otro estudio, realizado
por Richard Heede, investigador del Instituto para la Responsabilidad Climática
en Estados Unidos (Climatic Change, 2014) ha ido mucho más lejos (ver: link.springer.com/). Este científico logró
compilar durante ocho años una detallada secuencia de las emisiones generadas
por 90 entidades dedicadas a la producción de carbón mineral, petróleo, gas y
cemento. Su análisis abarca de 1854 a 2010, es decir buena parte de la era
industrial y ofrece datos de lo que cada entidad emitió en 2010 y las emisiones
acumuladas durante su historia. El estudio revela que estas 90 compañías que
incluyen corporaciones privadas y públicas son las responsables de nada menos
que 63 por ciento de las emisiones acumuladas de carbón a la atmósfera. De la
lista, las primeras 20 la encabezan, como era de esperarse, las gigantescas
empresas de energía como Chevron, Exxon, British Petroleum, Shell, Saudi
Aramco, Conoco Phillips, Peabody y Energy, pero también empresas estatales como
Gazprom, de Rusia, la Compañía Estatal de Irán, Petróleos Mexicanos, Petróleos
de Venezuela, Petro China y Sonatrach de Argelia. Esta veintena generó 30 por
ciento de las emisiones de carbono y metano que van a la atmósfera.
Durante una entrevista,
el autor de este estudio indicó que aunque existen miles de productores de gas,
petróleo y carbón, “…los que toman las decisiones, los altos gerentes de las
principales firmas emisoras, son pocos y caben en uno o dos autobuses”.
Enfatizó un dato de gran relevancia: que la mitad de los contaminantes emitidos
desde la revolución industrial ¡se generaron en los últimos 25 años!, es decir,
cuando las corporaciones y los gobiernos ya sabían de la relación entre las
emisiones y el calentamiento global. En suma, hoy asistimos, gracias a la
información derivada de la investigación científica, a un escenario de mayor
precisión y claridad. Este conocimiento, que ya es imposible ocultar o
desaparecer, irá impulsando la conciencia y la acción de cada vez más
ciudadanos. El desafío no tiene por qué perderse. ¡Somos 99 por ciento de la
humanidad!
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