El deporte, hace algunos años,
dejó de ser aquello que soñó el inspirador de los juegos olímpicos Pierre de
Coubertin, quien pensó que bajo el influjo de la unión y la hermandad, el
deporte sin ánimo de lucro y sólo por el deseo de conseguir la gloria, serviría
como instrumento para la paz y la amistad entre los pueblos.
Sergio Rodríguez Gelfenstein / Especial para Con Nuestra
América
Desde Caracas,
Venezuela
La opción de Rusia de reasumir
su papel como potencia mundial garante de la paz, la estabilidad y el
equilibrio en el planeta vino a trastocar los planes imperiales hegemónicos.
Después que en 2011, su pasividad diera rienda suelta a la furia occidental contra
Libia, permitiendo la destrucción del país y la vanagloria estadounidense por
el asesinato de Muamar Gadafi, Rusia entendió que no podía dejar en manos de
otras potencias la posibilidad de contraer decisiones unilaterales en el
planeta. Por esto, ha tomado una irrestricta posición de apoyo a la soberanía
siria en contra del terrorismo financiado y apoyado por las monarquías suníes,
Turquía y la OTAN, así mismo ha respondido con firmeza a las acciones
encaminadas a la expansión de la OTAN hacia el este, incluso llegando a
fomentar y concretar un golpe de Estado en Ucrania para instalar un gobierno
proclive a sus intereses, el cual a cambio, aceptó asimilarse a las acciones
guerreristas y agresivas de la OTAN.
La respuesta no se hizo esperar,
se puso en marcha una gran campaña mediática encaminada a demonizar a Rusia,
unida a sanciones económicas que intentan aislar al gigante euro asiático y que
por supuesto, además de afectar a este país, tienen efectos en Europa, no en
Estados Unidos. Sin embargo, tales prácticas fracasaron. Las acciones
mediáticas occidentales tienen un defecto, sus diatribas se basan en falsedades
fácilmente desmontables, mientras que Occidente no ha podido desarmar los
argumentos que emiten los medios de comunicación rusos y sus voceros, los
cuales, de manera expedita pueden ser comprobables por la opinión pública. De
allí los grandes recursos financieros que las economías occidentales tienen
presupuestados para contrarrestar la información que Moscú da a conocer a fin
de hacer llegar sus puntos de vista a los más recónditos lugares del planeta.
La economía rusa, efectivamente
ha sido golpeada, pero ya en este año 2016 ha quedado claro que fue capaz de
resistir el golpe, sus autoridades han informado que en 2017 se va a
estabilizar y en 2018 va a volver a crecer. Recientemente, el influyente diario
londinense Financial Times afirmó que el Presidente Putin ha logrado “un juego
de defensa sorprendentemente tranquilo y eficaz” en el manejo de la economía.
En un artículo escrito en este periódico, Ruchir Sharma, alto ejecutivo del
banco Morgan Stanley, recuerda que la economía rusa tuvo una fuerte caída en
2014 por la abrupta baja de los precios del petróleo, lo cual provocó una
disminución considerable del PIB entre 2013 y 2016. Sin embargo, las oportunas
medidas tomadas por el gobierno han hecho que la economía comience a reaccionar
positivamente, esperando una inflación del 6% para este año después trepó hasta
15% en 2015, todo esto sin afectar el empleo, garantizando la estabilidad
económica del país, según la opinión de Sharma.
Pues bien, agotados estos
expedientes y ante el indudable fracaso de su política, ahora Occidente y en
particular Estados Unidos acudieron -en el umbral de una nueva Olimpiada- a la
infundada acusación de que todos los deportistas rusos recurren a artimañas
anti deportivas para obtener sus logros. De todos es sabido que el deporte,
hace algunos años, dejó de ser aquello que soñó el inspirador de los juegos
olímpicos Pierre de Coubertin, quien pensó que bajo el influjo de la unión y la
hermandad, el deporte sin ánimo de lucro y sólo por el deseo de conseguir la
gloria, serviría como instrumento para la paz y la amistad entre los pueblos.
Hoy, el deporte es un negocio
más, en el que el fraude, la corrupción, el blanqueo de dinero y la obligación
de ganar hacen que dirigentes y deportistas piensen más en obtener la victoria
en la competencia por cualquier vía y lucro de las formas más avezadas y
contrarias a la ley, que mantener el espíritu que forjó el Barón de Coubertin.
Estados Unidos se dio a la tarea
de encontrar puntos débiles al interior del aparato deportivo ruso para montar
un entramado que pone en entredicho al conjunto de deportistas de ese país,
como si no se supiera que en todos o en casi todos los países y competencias
hay personas que, –al igual que en la vida misma- pretenden burlar la ley y, en
este caso, violentar los nobles objetivos de competir. Pero, de ahí, a acusar a
todos los deportistas de un país y al país mismo, de planear un método que lo
lleve a obtener victorias de manera ilegal, sólo puede provenir de mentes
enfermas o, tener un claro objetivo político en el contexto que se ha referido
con anterioridad.
A nadie se le ocurrió afirmar
que en el mundial de futbol de 1994, cuando Diego Armando Maradona fue
sancionado por el uso de sustancias prohibidas, todos los futbolistas
argentinos y toda Argentina habían incurrido en esa práctica. Tampoco podría
decirse lo mismo al observar las sanciones contra quien fuera considerado el
mejor ciclista de la historia, el estadounidense Lance Armstrong, despojado de
todos sus títulos por uso continuo de sustancias estupefacientes. Eso no
involucró ni podía involucrar a todos los extraordinarios deportistas de ese
país, ni siquiera a sus más destacados ciclistas como George Hincapie, Greg LeMond, Christopher
Horner, Christian Vandevelde o el activo Tejay Van Garderen, tampoco a los
miembros del equipo Discovery Channel por el que competía Armstrong. ¿Puede
alguien decir acaso que todos los jugadores de beisbol de las Grandes Ligas de
Estados Unidos cometen fraude porque algunos de ellos utilizan estas sustancias
prohibidas? ¿Se podría acusar a la organización de este deporte o a todos los
practicantes del mismo en Estados Unidos por el continuado uso por una minoría
de ellos, de componentes no permitidos que año con año se siguen descubriendo?
¿A alguien se le ha ocurrido que la sanción aplicada a María Sharapova pueda
ser extendida a todas las tenistas rusas? La respuesta en todos los casos es
No.
En el caso que nos compete se
trata de hechos aislados, no hay ninguna prueba que demuestre que haya habido
premeditación de parte de las autoridades rusas para cometer fraude. Ninguno de
sus mejores atletas están involucrados en las acusaciones que hace la
Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF, por sus siglas en
inglés), ¿por qué entonces, acusarlos a todos?¿ por qué si la decisión de la
IAAF (que incluye también a Kenia) no es política, los grandes medios de
comunicación ni siquiera hacen mención de este último país?.
En el trasfondo de la decisión
que si es política está el presidente de la IAAF, el británico Sebastian Coe
que además de haber sido un brillante atleta, doble campeón olímpico, fue miembro
del parlamento de su país en representación del derechista Partido Conservador,
el mismo de Margaret Thatcher y David Cameron, los mejores socios de Estados
Unidos en todas sus tropelías por el mundo. Pero, no sólo eso, Coe ha sido
durante 38 años Embajador de la transnacional estadounidense Nike, de la que
recibe un salario anual de 142.000 euros, por lo cual fue acusado de conflicto
de intereses y se vio obligado a rendir declaraciones ante el parlamento
británico, sobre todo después de la concesión del Mundial de Atletismo de 2021,
a la ciudad estadounidense de Oregon, sede principal de Nike. Se desconoce si
Coe renunció a “ese trabajo” para dedicarse plenamente a la IAAF.
Lo peor no es eso, según una
nota de la agencia de noticias Associated Press (AP), fechada el 23 de enero de
este año, el gobierno británico ordenó a sus embajadores en todo el mundo
presionar a los líderes del atletismo para que votaran por Coe en la elección
presidencial de la IAAF. Si el deporte está ajeno a la política como dicen
algunos, ¿qué intereses podría tener el poderoso servicio exterior británico en
hacer presión para que uno de los suyos, que además es un político conservador,
fuera elegido para la más alta autoridad del atletismo mundial? El descaro y la
hipocresía de estas instituciones queda patente cuando la AP también informa
que la propia IAAF, manifestó que “estaba encantada de que el gobierno
británico ayudara a Coe”. El ministro de deportes de la oposición laborista
Clive Efford, dijo al respecto que el gobierno de Cameron no debió ejercer
presión a favor de Coe y describió la acción como "estúpida y
grosera". Por su parte, el ex ministro de deportes, Hugh Robertson, quien
trabajó en la campaña de Coe para la presidencia de la IAAF, hizo uso de toda
su influencia para intervenir en la elección. En un correo electrónico en el
que se quejaba por la lentitud del servicio diplomático británico ante la tarea
encomendada y con un tono de suma desesperación advirtió: "Dejaremos caer
a Seb".
La IAAF que no es una institución
que pueda mostrar un pasado de limpieza y pulcritud gerencial ha guardado
silencio ante estos escándalos. La pregunta de rigor sería, si en este
contexto, la acusación contra los deportistas rusos, además de tener un claro
objetivo político, no es en realidad una cortina de humo para ocultar la
corrupción que envuelve la elección y el desempeño de su autoridad máxima y la
búsqueda con esta acción, del apoyo necesario de los poderosos para salvar su
investidura y su muy dudosa reputación.
A todas estas, el gobierno de
Rusia en nombre de su Ministro de Deportes ha manifestado claramente que su
país apoya totalmente al Comité Olímpico Internacional (COI): “Rusia es y será
socio del movimiento olímpico internacional. Estamos únicamente por el deporte
limpio, por la protección a los atletas que se ganan sus resultados con un
trabajo honesto". El COI abrió las puertas a la participación de atletas
rusos que no hayan dado positivo en las pruebas anti dopaje, tal como se hace
con cualquier federación y país del mundo y aceptando el error que puedan haber
cometido algunos atletas manifestó con precisión que “Nosotros, como un país
que ha sido culpado de algunas cosas, no nos vamos a hacer los ofendidos”.
Aunque no haya tenido tanta reseña en los medios de comunicación, vale decir
que similar declaración ha hecho el presidente de la federación keniata de
atletismo, Jackson Tuwei, al referirse a la posibilidad de que los
extraordinarios corredores de medio fondo, fondo y maratón de su país puedan
ser excluidos de la cita de Río de Janeiro.
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