En su libro sobre el
homicidio de Monseñor Juan Gerardi, Francisco Goldman ha postulado que el arte
del asesinato político no solamente radica en su impecable ejecución, sino
también en la fabricación de motivos que encubren a las reales causas y
hechores. Resulta irónico que hoy hagamos uso de dicho postulado, para analizar
el asesinato de quien la justicia guatemalteca
encontró culpable de la muerte del obispo referido.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
En los 16 años en los
cuales Byron Lima permaneció encarcelado, amasó un poder y una fortuna
extraordinarios. Se convirtió en el amo y señor del sistema penitenciario,
extendió sus redes en los distintos poderes del Estado, financió a diversos
partidos políticos, convirtió a muchos de los reos en trabajadores de las
empresas que estableció al interior de los reclusorios, controló la parte
esencial de los negocios ilícitos en las prisiones (armas, drogas, traslados de reos etc.,),
colocó a 36 de sus allegados en puestos claves de las distintas cárceles del
país. Byron Lima entró y salió de los reclusorios en donde estuvo, como si
estos fueran hoteles. Fiestas, mujeres, visitas importantes, celdas con todas
las comodidades, acceso a las redes sociales y finalmente pretensiones
presidenciales, fueron parte de la vida de este hombre de notable y perversa
inteligencia.
Empero, esa
inteligencia no basta para explicar todo el poder y fortuna de Byron Lima.
Detrás de ello pudo haber estado el premio a su silencio en torno al asesinato
de Gerardi y además el apoyo de las organizaciones criminales que actúan en las
pistas subterráneas de la política guatemalteca.
Por ello resulta
increíble que su muerte haya sido debida a una rivalidad intracarcelaria con un
asesino vinculado al cartel mexicano de Los Zetas. Mario Montiel Marín alias "El
Taquero", es una figura secundaria en las redes del narcotráfico. Aunque
haya sido cierto que él y sus hombres hubieran sido los autores materiales del
crimen, resulta inverosímil que fueran los autores intelectuales del mismo. El
ámbito del poder de Lima iba mucho más allá de un reclusorio. Un día antes de
su asesinato, uno de los diarios del país lo acusó de estar planificando el
asesinato del influyente periodista José Rubén Zamora y de la Fiscal General
Thelma Aldana. Lima bien pudo haberse
convertido en un serio obstáculo en la agenda estadounidense de combatir el
crimen organizado dentro del Estado. Pudo haber tenido pretensiones desmesuradas
en las ganancias que obtienen los poderes ocultos como son las organizaciones
criminales comandadas por antiguos militares, tales como La Cofradía, El
Sindicato y ahora La Línea. Pudo haber estado chantajeando a sus antiguos
protectores con toda la información que tenía.
La fulgurante carrera
de este hombre que termina a los 47 años, es expresión de la descomposición
social en Guatemala. Corrupción sin límites en el seno del Estado, crimen
organizado al interior del mismo, poderes ocultos determinantes, empresariado
voraz y sin espíritu estatal, clase política fundamentalmente mercenaria,
narcotráfico galopante, violencia delincuencial rampante, he aquí algunos
elementos de la ecuación que explican a la figura fascinantemente perversa de
Byron Lima.
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