En apariencia, los trabajadores, los mineros, cocaleros e
indígenas bolivianos llegaron al poder con Evo Morales en 2004. Era el poder
popular. El golpe de Estado descubrió que en realidad el poder era compartido.
En Bolivia se estaba ejerciendo un poder dual. El mismo continuará hasta que se
superen las causas del conflicto: la explotación.
Marco A. Gandásegui, h. / Para Con Nuestra América
Desde Ciudad Panamá
Este es el primero de dos
artículos sobre Bolivia. En esta entrega veremos como se produjo el golpe de
Estado en ese país. En el segundo, se analizarán las causas profundas. El golpe
de Estado del 10 de noviembre próximo pasado, que derrocó al presidente Evo
Morales en Bolivia representa un paso atrás significativo para la democracia y
el desarrollo de los pueblos latinoamericanos y del mundo. Los actores
políticos responsables de esta tragedia han actuado siguiendo un guión
predeterminado con un fuerte cariz de odio racista y religioso. A la cabeza del
movimiento golpista se colocó EEUU con el personal de su Embajada en La Paz. Funcionarios
de la Embajada organizaron y movilizaron la derecha política cuyo centro está
en Santa Cruz, con sus pandillas que aterrorizan a la población. Lograron,
mediante chantajes y compras de lealtades, generar motines significativos en
varios cuarteles de la policía. La nota clave fue la movilización de las
Fuerzas Armadas bolivianas que no protegieron el orden constitucional y
salieron a reprimir a los pueblos indígenas bolivianos. La plana mayor del
Ejército, con el general Williams Kaliman a la cabeza, es graduada de la
Escuela de las Américas, cuya sede está en Fort Benning, EEUU.
No sería de extrañar que la Embajada de EEUU ya está negociando
una visita oficial al Palacio Quemado de corporaciones norteamericanas que
recibirán como compensación por su apoyo al golpe los yacimientos de litio en
el sur oeste de Bolivia. En septiembre una delegación encabezada por la hija
del presidente Trump, Ivanka, visitó las minas de litio en Argentina, en la
frontera con Bolivia. Al mismo tiempo, el Fondo Monetario Internacional (FMI)
llegará al altiplano para hacerle un préstamo de varios miles de millones de
dólares (¿10, 20 o 40 mil millones?) a los racistas que se han instalado en los
puestos de mando del gobierno. El préstamo del FMI se repartirá entre los sectores
que impulsaron el golpe, los especuladores de siempre, y la deuda con sus
intereses lo comenzará a pagar el pueblo boliviano. El modus operandi no
variará. Todos lo conocen.
A fines del siglo XX un sociólogo boliviano que enseñaba en la
UNAM, René Zavaleta, escribió un libro que tituló “El poder dual”. Analizaba
los choques violentos que se producían en países donde las clases dominadas
retaban la hegemonía de las clases dominantes. No existía claridad sobre quien
gobernaba, quien definía las reglas. Las crisis se resuelven en forma violenta
y generalmente las minúsculas clases pudientes salen triunfantes reprimiendo a
todos sus adversarios.
En apariencia, los trabajadores, los mineros, cocaleros e
indígenas bolivianos llegaron al poder con Evo Morales en 2004. Era el poder
popular. El golpe de Estado descubrió que en realidad el poder era compartido.
En Bolivia se estaba ejerciendo un poder dual. El mismo continuará hasta que se
superen las causas del conflicto: la explotación.
El gobierno de Evo Morales se vio con las manos atadas sin poder
reaccionar ante la presión de los empresarios, fanáticos de derecha y, sobre
todo, del Ejército. El pueblo no logró montar una contraofensiva. Los mineros -bastión
tradicional de resistencia boliviana- se pronunciaron en forma tardía pero ya
están en pie de guerra.
El presidente Morales está en México donde el gobierno de ese país
le ha ofrecido protección. Está a la espera de un llamado del pueblo boliviano
para regresar al Palacio Quemado para reasumir el liderazgo.
El crecimiento económico y desarrollo social durante la gestión
gubernamental de Morales fue espectacular. En 2004, cuando Morales llegó al
poder, el producto interno de Bolivia era de 4,5 mil millones de dólares. En
2019 llegó a representar 30 mil millones de dólares. La pobreza, el
analfabetismo y la desnutrición fueron erradicados en un plazo de menos de 15
años, tres períodos presidenciales.
Evo dijo que su renuncia la entregaba para evitar un baño de
sangre. ¿A qué se refería? ¿Los militares pretendían barrer con los militantes
del MAS y con los simpatizantes del presidente aymar? Los fascistas, bajo el
estandarte del cruzado Fernando Camacho, tienen planes para ‘cristianizar’ a
Bolivia y acabar con los pueblos indígenas.
En estos
momentos cabe solidarizar con el pueblo boliviano, sus trabajadores y juventud
cuya soberanía ha sido violada. Hay que respaldar su lucha por recuperar las
riendas del país. Estamos seguros que los mineros, los cocaleros y los
indígenas bolivianos regresarán pronto al Palacio Quemado para instaurar el
poder popular.
28 de noviembre de 2019.
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