El temple con que Lula
ha enfrentado todo este proceso infame, le ha otorgado un grado mayor de
carisma entre la población brasileña y la comunidad internacional, a pesar de
todas la vejaciones sufridas y atropellos; su delicada respuesta al duro
tiempo, lo pone una vez más en la cima de la disputa política venidera.
Cristóbal León Campos / Especial para Con Nuestra
América
Desde Mérida,
Yucatán. México.
Luis Ignacio Lula
da Silva ha sido liberado, la infamia en su contra no pudo más, fue derrotada
por la solidaridad internacional, los movimientos sociales y el apoyo de
gobiernos progresistas, que nunca desistieron hasta alcanzar la liberación
física del expresidente brasileño, quien de manera injusta, permaneció
alrededor de 580 días detenido en la en la sede de la Policía Federal de
Curitiba, desde el 7 de abril de 2018, mediante un juicio amañado para criminalizarlo e
imposibilitarlo para participar en el proceso electoral como candidato presidencial
en contra del neofascista Jair Bolsonaro, fue condenado a ocho años y diez
meses de prisión, por los delitos de corrupción y lavado de dinero en la
operación Lava Jato.
En sus primeras
palabras al salir de prisión, Lula expresó: “Queridos compañeros y compañeras,
no tienen dimensión de lo que significa para mi estar hoy aquí con ustedes […]
Ustedes eran el alimento de la democracia, lo que yo necesitaba para resistir.
No tienen noción de la importancia de ustedes en mi vida. Estoy más
fortalecido. Tengo más coraje. Hay que seguir luchando para mejorar la vida del
pueblo brasileño”. La noticia de la liberación de Lula, comienza a recorrer los
rincones de la Patria Grande, encendiendo una llama más de esperanza por el
restablecimiento de la justicia en un contexto por demás álgido, además, la
liberación se alcanza en el periodo de mayor desprestigio del presidente
Bolsonaro, quien con sus declaraciones y actos, ha puesto en entredicho su
mandato. La resolución de libertad para Lula autorizada a partir de la petición
efectuada por la defensa para la excarcelación en el marco de la decisión del
Tribunal Supremo de Brasil.
El jueves pasado con 6
votos a favor y 5 en contra, se estableció un cambio de jurisprudencia para
rechazar la prisión preventiva en casos de prisión por sentencia de un tribunal
de segunda instancia, esa acción otorgó la posibilidad casi inmediata de la
liberación. Sin embargo, hay que tener muy claro, que la liberación física que
ahora se alcanza, no significa el final del proceso jurídico en su contra, no
se ha anulado la condena ni se le han restituido los derechos políticos, Lula,
deberá continuar peleando jurídicamente y socialmente por su declaración
absoluta de inocencia que lo exonere de toda culpa implantada y le posibilite
su actuación plena en la política brasileña. La solidaridad internacional que
hoy ha logrado la excarcelación, tendrá que mantenerse alerta para proseguir
con la demanda de una liberación total y vigilante del respeto de los derechos
y garantías plenas del líder del Partido del Trabajo (PT) brasileño.
El temple con que Lula
ha enfrentado todo este proceso infame, le ha otorgado un grado mayor de
carisma entre la población brasileña y la comunidad internacional, a pesar de
todas la vejaciones sufridas y atropellos; su delicada respuesta al duro
tiempo, lo pone una vez más en la cima de la disputa política venidera. La liberación
de Lula es una prueba compleja para el gobierno ultraconservador de Bolsonaro,
que ha dividido al pueblo sudamericano, enfrentado a la nación brasileña con
países hermanos de la región como Venezuela, sometido la voluntad nacional ante
los mandatos imperialistas de Estados Unidos, y por si fuera poco, ha ligado a
Brasil con gobiernos abiertamente lacayos y genocidas como el de Israel, prueba
de ello, es que apenas el día de ayer, 7 de noviembre, fueron precisamente,
Brasil, Estados Unidos e Israel los tres países que votaron en contra del
levantamiento del bloqueo imperialista contra Cuba en el seno de la Asamblea General
de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
Los tiempos de
esperanza latinoamericana serán reforzados con la liberación de Lula, su figura
moral dará impulso a movimientos sociales y sectores populares de Brasil, para
enfrentar con mayor ahínco la política neofascista de Bolsonaro y de la región,
que se resiste a comprender que el futuro de los pueblos será siempre la
libertad. La reconfiguración del orden geoestratégico en la política, la
correlación de fuerzas hacia la izquierda y proyectos progresistas, alistan un
escenario de cierre para el 2019, un año convulso para Nuestra América y, a la
vez, esperanzador para nuestros pueblos, la unidad e integración siguen siendo
el camino para la primavera latinoamericana venidera.
Integrante del
Colectivo Disyuntivas
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