Bolivia acumula 189
golpes militares desde 1825. Bien podría afirmarse que haber sido tan rica en
plata y estaño, la volvieron la más pobre. Basta evocar “Las venas abiertas de
América Latina” de Eduardo Galeano para tener un panorama de la vergonzosa explotación
sufrida.
Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra
América
Desde Mendoza, Argentina
Se viven horas
decisivas en el cono Sur. Desde la renuncia del presidente Evo Morales tras el
golpe de Estado, ampliamente denunciado y repudiado; su partida a México luego
de un esfuerzo diplomático para preservar su vida y la de quienes lo
acompañaban a través de una arriesgada ruta por los espacios aéreos
autorizados, donde el presidente electo de Argentina, Alberto Fernández y el
presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, tuvieron decidido
protagonismo para que Evo llegara sano y salvo y pudiera tener asilo en el país
azteca.
El ensañamiento contra
los funcionarios de gobierno como de los dirigentes del MAS ha sido furioso,
llegando a la tortura y la quema de viviendas, como la de la hermana de Morales
y la del ex vicepresidente Álvaro García Linera, donde se ensañaron con su
lugar más preciado, la biblioteca. Hechos que han indignado a la comunidad
internacional.
El caos y la violencia
desatada, la policía y el ejército con tanquetas en las calles reprimiendo a la
población y la aparición de personajes disidentes, como Fernando “Macho”
Camacho, portando un ejemplar gigantesco de la biblia y la senadora opositora,
autoproclamada presidenta, Jeanine Áñez, a quien un miembro de las FFAA le
colocó la banda presidencial, han puesto al descubierto la voracidad de los
grupos de poder en querer retornar al antiguo régimen colonial y su desprecio
por los pueblos originarios, beneficiados por los grandes logros en la lucha
contra la desigualdad de estos últimos trece años de gobierno de Morales.
Dentro de esa confusión
reinante, manifestantes en contra de Evo han impedido que la prensa
internacional de testimonio de los acontecimientos, agrediéndolos y
obligándolos a que se refugien en las respectivas embajadas.
No es nuevo en América
Latina. Es más, parece un calco de lo ocurrido en Argentina en 1955 con el
golpe que derrocó a Juan Domingo Perón. Tanto Perón en su momento, como Evo
ahora, prefirieron el exilio que desatar una guerra fratricida.
Perón no quiso armar a
los sindicatos en su defensa. Sin embargo, las FFAA bombardearon la Plaza de
Mayo muriendo cientos de civiles y luego fusilaron a disidentes en 1956.
En Bolivia estamos
presenciando actos vandálicos que bañan de sangre las calles de La Paz.
En Argentina se produjo
el golpe luego de una década de progreso, tal vez los diez años más
revolucionarios en la historia del país. Años en que se lograron progresos
impensados como el voto femenino en 1947, la reforma de la Constitución en
1949, donde la intervención del Estado en la economía tenía como objetivo
beneficiar a los sectores postergados, como también el decálogo de los derechos
del trabajador garantizaban derecho a la educación, la vivienda y el bienestar
a través de un sistema de seguridad social que aseguraba pensiones, jubilaciones,
más un sueldo anual complementario, popularizado como aguinaldo.
Un verdadero reto para
los oligarcas respaldados por EEUU, apenas tuvieron un arco opositor
suficientemente amplio y fuerte, dieron el golpe.
Lo primero fue suprimir
la Constitución aprobada durante el peronismo, volviendo a la Constitución
liberal de 1853/60, para luego en 1957, realizar una asamblea constituyente que
terminó incorporando el famoso artículo 14 bis, una apretada síntesis de los
derechos consagrados en la reforma de 1949. No se pudo avanzar tanto, pese al
olvido por parte de la Academia y el constitucionalismo jurídico de allí en
adelante.
Sin embargo, aquellas
conquistas del primer y segundo gobierno peronista, consolidaron un movimiento
obrero organizado fuerte como también un sistema único de obras sociales que
colaboran con el Estado en la prestación de salud.
Esta estructura laboral
y social ha sido uno de los factores que han impedido el avance del feroz
liberalismo de estos cuatro años y que le dan fuerza al nuevo gobierno que
asumirá el 10 de diciembre. Estructura que también le posibilita y
responsabiliza al nuevo presidente a ejercer un liderazgo en pos de recuperar
los gobiernos progresistas de América Latina.
Bolivia acumula 189
golpes militares desde 1825. Bien podría afirmarse que haber sido tan rica en
plata y estaño, la volvieron la más pobre. Basta evocar “Las venas abiertas de América Latina” de Eduardo Galeano para tener
un panorama de la vergonzosa explotación sufrida.
La Revolución Nacionalista de 1952, llevada a cabo por el
Movimiento Nacionalista Revolucionario MNR que genera cambios fundamentales
durante doce años. Por primera vez se incluyen las masas campesinas indígenas y
se propone la reforma agraria, el voto universal y en la reforma educativa. Por
su magnitud y alcances algunos la comparan con la Revolución Mexicana de 1910 o
un anticipo de la Revolución cubana que se produce a fin de la década de los
cincuenta.
La sucesión de golpes militares posteriores fueron
retrotrayendo posiciones, hasta que en el nuevo siglo, vuelven a soplar nuevos
aires que hacen posible la llegada del primer presidente de los pueblos
originarios en 2006, Evo Morales y con él, la aspiración de modificar la
Constitución, hecho que se produce a comienzos de 2009, en donde se consolida y
establece el concepto Estado Plurinacional, reconociendo a sectores de la
población tradicionalmente marginados de la vida política.
Carta Magna que ha significado un modelo jurídico de
relevancia como la reforma argentina de la época peronista.
La nacionalización de los hidrocarburos y la elevada renta
de los mismos, destinada ser
redistribuida entre la población con un mejoramiento sustancial de todos los
indicadores socioeconómicos de la población, hecho reconocido por los organismos
internacionales, son parte de esta historia que parece volver a repetirse en
nuestros explotados países que se han ganado la fama de la región más desigual
del planeta.
Una breve síntesis nos pone de manifiesto resultados
similares que vuelven a ubicar a los tradicionales sectores de poder en el
lugar de siempre. Y, como siempre, conectados a los centros de decisión
internacional, incluidos organismos como la OEA que carecen de crédito y
confianza.
Además, vale la pena tener en cuenta que Bolivia representa
la segunda población migrante en Argentina luego de los paraguayos. Desde la
época de la Independencia los bolivianos han venido a la zafra tucumana, tal
como sucedió con la familia de Evo Morales, realizando luego otras cosechas en
suelo argentino como la vendimia o, directamente el cultivo de frutas y
hortalizas en otras regiones como la Pampa Húmeda. De modo que, con el tiempo,
la comunidad boliviana conforma un aporte importante del trabajo de las zonas
rurales, indispensable sobre todo en la producción de alimentos.
En la provincia de Mendoza participan de la producción de
verduras, siendo importante los asentamientos en el departamento de Guaymallén
y Luján de Cuyo, dentro del distrito de Ugarteche.
En estos días convulsos, han salido a manifestarse por sus
connacionales debido a que si bien, muchos están radicados acá, mantienen
relaciones con familiares en Bolivia.
La mayoría de las manifestaciones tanto en la CABA como en
la Ciudad de Mendoza, han sido en apoyo de Evo Morales. Nadie más que ellos,
conoce lo que ha sido la gestión de Evo y sus alcances.
También, por nuestra situación de ciudad fronteriza con
Chile y los conflictos que se reiteran allí con renovada dureza, ha visto
paralizado el movimiento de autobuses para sendos países.
En el caso de Chile, lugar muy visitado en época veraniega
en su litoral marítimo, por primera vez en décadas nadie quiere ir y,
consecuentemente, el peso chileno ha caído en su cotización como nunca había
sucedido. Otro de los mitos que se han derrumbado de golpe.
De allí que decimos que atravesamos horas decisivas.
Cualquier movimiento puede generar consecuencias inmediatas y mediatas que
pueden alterar el mapa de poder.
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