Como una estrella
fugaz, como la sombra que se va, diluido como un espectro tras el canto de
despedida “Macri ya fue”, que vino sonando ciudad por ciudad en todo el país,
el hombre se apagó.
Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra
América
Desde Mendoza, Argentina
El “Sí se puede” del cierre
de campaña en la mediterránea y no tan docta Córdoba no fue suficiente. Me
detengo en la provincia sede del Colegio Mayor, considerada la primera
Universidad del país, en tanto “docta” y en la muchedumbre que asistió a una
arenga futbolera, conforme nos tiene acostumbrados, con un candidato coreando
el Feliz cumpleaños de Miguel Ángel Pichetto, candidato a vice y a una primera
dama, emitiendo saludos amorosos como en un concurso de belleza y no un acto de
cierre de campaña presidencial. Algo que cualquier espabilado supone un acto
fundamentalmente político, jamás una verbena donde el animador se dirige a
chavales de edad escolar.
Con toda esa carne al
asador, llegó a un 40%, porcentaje importante que representa esa fracción de la
sociedad argentina que le ha dado apoyo, coincidente al área central
parcialmente sojera del territorio nacional, compuesto por las provincias de
Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba, Mendoza y desde luego, la CABA, ese reducto
paquete que responde al reelegido Horacio Rodríguez Larreta.
Situación que, al
hombre, le hacen renovar bríos, frente a la gran derrota sufrida por la
gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal, el retiro anunciado de su gran
aliada Elisa Carrió y el nuevo esquema de la alianza Juntos por el Cambio que
ahora se concentra en el primario PRO.
Único caso en
Sudamérica en que un presidente no es reelecto con todo el dispositivo oficial
a su disposición, pero dada la especial construcción de su chirle liderazgo,
hace muy difícil advertir qué derrotero tomará luego de la entrega del mando el
10 de diciembre.
Sin embargo, la pesada
herencia del macrismo en nada se parece con la que encontró y divulgó con ese
término elaborado por el equipo de difusión encargado de lavarles la cabeza a
los miles de votantes que repetían cada noticia difundida por las usinas
mediáticas. Incluso la transición es un campo minado dado la negativa del FMI
de remitir la remesa de dólares que había prometido.
A pesar del triunfo, el
porcentaje de los ahora opositores a partir del 10 de diciembre, se
envalentonan e incorporan discusiones elusivas. Dueños de la prensa hegemónica
intentan tapar como siempre el sol, no con la mano sino con el dedo meñique, no
advierten la obscena hasta absurda situación económica y social dejada por esta
plaga neoliberal.
Jorge Fernández Díaz,
periodista militante del centenario diario La Nación fundado por presidente
Bartolomé Mitre en 1870, recurrió a estigmatizar a los votantes del Frente de
Todos con un artilugio literario, propio de su condición de escritor mimado:
“el masoquismo y la amnesia, también son derechos humanos.” Ironía que encierra
resentimiento contra aquellos otros que estaban codo a codo en el mismo bando y
ahora se han corrido al ganador, el “panquequismo” oportunista del que está
compuesto el variopinto espectro periodístico y que sabe que tiene que
continuar seduciendo a su audiencia y a la vez, no apartarse de la línea
editorial que, como siempre establece a nivel nacional, Héctor Magnetto, el
eterno Ceo de Clarín.
Más allá de esto, la inflación
terminará orillando el 60%, las reservas por el piso luego de la fuga de 7 mil
millones de dólares la última semana y la sorpresiva medida del domingo a la
noche luego de conocido el resultado eleccionario que redujeron el cepo de 10
mil dólares a 200, absurdo como todo lo hecho.
Lo cierto es que ahora
ya se vino una escalada de precios descomunal comenzando por los combustibles,
alimentos, sobre todo carne, harina y derivados, telefonía celular y servicios,
sin tener en cuenta que a fin de año vence la suspensión del IVA.
Todo esto sin contar
con los vencimientos programados del pago de la deuda contraída que comienzan
el año próximo, más que pesada, pesadísima herencia de los exitosos potentados.
La transición impone
verificar área por área el deterioro integral sufrido por la sociedad
argentina, cuyas cifras alarmantes no exponen la tragedia humana que esconden
los números. Llegar al último mes del año con un 40% de personas pobres, casi
18 millones localizadas territorialmente, obliga a extremar los escasos
recursos provenientes de la Nación, las provincias y por último los municipios
que tienen la tarea de enfrentarse cara a cara con las personas reales y sus
carencias. Volver a colocar las correas de transmisión de la solidaridad
destruidas durante estos cuatro años.
Desmontar el edificio
crematístico montado por los plutócratas adoradores del dios dinero,
significará volver a la estructura de años anteriores, volver a instalar un
ministerio de Trabajo, otro de Educación y Salud, como la promesa de un
ministerio de la Mujer y dejar de lado aquellas secretarías y subsecretarías de
promoción del uso de bicicleta. No porque se esté en contra de políticas sanas
e descontaminantes, sino porque hay que volver a recrear el país destruido con
instituciones acorde con la tarea a emprender.
También en esta
transición comienza a diluirse la tregua de las medidas de emergencia que
adoptó Mauricio Macri cual manotazos de ahogado, cuya improvisación las hizo
fracasar no bien se conocieron, como los “precios cuidados” que se descuidaron,
como también los precios de combustibles y tarifas que se erosionaron al poco
tiempo. Incluso antes de la elecciones.
La ingobernabilidad
reinante es palpable, el ejército en retirada que mencionábamos en columnas
anteriores, frente a las bajas producidas, impone un nuevo horizonte,
comenzando por el Comandante en Jefe de la tropa, cuyo futuro inmediato incluye
desde los procesamiento de las causas pendientes que podrían tomar un giro
drástico, hasta – como difunden algunos medios – volver al lugar desde donde no
debería haber salido jamás, presentarse a la presidencia del club de sus
amores, Boca Juniors.
Lo concreto es que el
Frente de Todos ganó. Fue una lucha entre David y Goliat. Un David anónimo,
invisible que fue creciendo desde el sábado 18 de mayo – fecha emblemática que
da comienzo a la otrora semana que termina el 25, dando nacimiento al Primer
gobierno patrio de 1810 – día en que Cristina Fernández comunicó la fórmula,
anunciando como presidente a Alberto Fernández y ella como vice, noticia que
nos dejó mudos a todos, propios y ajenos. Sin recursos y con todo el gigantesco
aparato mediático en contra, hasta corroborar el resultado de las PASO, este 27
de octubre.
Algo que comenzó con la
presentación de su obra: Sinceramente, en
la Feria del Libro de Buenos Aires, el 5 del mismo mes, realizada en el predio
ferial de la Sociedad Rural, cuyo record de ventas, lo impusieron como un
fenómeno editorial con más 370 mil ejemplares vendidos.
A partir de allí
comenzó la ingeniosa articulación de ideas, dirigentes, intelectuales y
partidos que convocaron al movimiento Nacional y Popular mayoritariamente
peronista que estaba en ciernes, a la espera de la voz de ¡aura!
Epopeya que desde el
extremo Sur, retoma que –como exhortaba Mario Benedetti y cantaba Serrat- el
Sur también existe y, puede retomar el camino de los gobiernos progresistas de
la década pasada. Sobre todo, teniendo en cuenta lo que está sucediendo en los
países vecinos, con las multitudinarias e insaciables manifestaciones de Chile
y las defensivas de Bolivia, la segunda vuelta en Uruguay y los exabruptos de
Bolsonaro, en un Brasil que sigue a la espera de la liberación de Lula.
1 comentario:
ASI ES ....MACRI GANO POR UN DOS POR CIENTO...ALBERTO CON UN OCHO HASTA AHORA ...DESPUES DEL RECUENTO DEFINITIVO VEREMOS...ABRAZO AMGO..QUE BUENO ES LEERTE....
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