El jueves 31 de mayo
nos levantamos con la noticia de que Aníbal Quijano ya no estaría más con
nosotros. Se fue a descansar para siempre. El pensador nonagenario nos dejó un
enrome legado teórico, el cual se articula en torno al concepto de colonialidad
del poder.
Abdiel Rodríguez Reyes* / Especial para Con Nuestra
América
Desde Ciudad Panamá
Días atrás, mi amigo y
colega Manuel González me habló sobre la iniciativa de la Asociación de
Estudiantes (MIFE) de la Facultad de Educación (UP) de organizar una actividad
sobre la negritud, teniendo en cuenta que, en mayo se conmemora la “etnia
negra” según la legislación vigente. Inmediatamente le señalé la necesidad de
incorporar el concepto de colonialidad del poder para comprender críticamente
las distintas formas de discriminación, segregación y dominación de negros y
negras. Le señalé, además, la necesidad de un marco teórico que lo permitiera.
Otro elemento indisociable es la Historia. En particular, la necesidad de un
fundamento histórico. Justamente me encontré para esas fechas, al historiador
Mario José Molina que había publicado en el 2011 su pionero trabajo: La tragedia del color (véase: Gerardo
Maloney, La tragedia del color en el Panamá Colonial
(1501-1821), 27-5-18, La Estrella de Panamá)
y hablamos de su texto. Les propuse a los organizadores el tema de la
colonialidad del poder y la tragedia del color. En fin, la actividad fue un
éxito. Contó con la participación de la comunidad rasta en Panamá, (véase:
Juvenal Eduardo Torres, El movimiento
Rastafari en Panamá, 13-5-18, La
Estrella de Panamá) los cuales estuvieron conscientes y anuentes al
concepto de Quijano.
Nos propusimos pensar
desde sus hipótesis la dinámica de la actividad en cuestión. Como loor al maestro Quijano, repasaremos
sucintamente este concepto que nos ayudó a comprender de una forma crítica la
tragedia del color en Panamá. Por supuesto, con la ayuda de autores panameños
como Armando Fortune, George Prestley, George Westerman, Alberto Barrow y
Gerardo Maloney entre otros y otras. En síntesis, la colonialidad del poder es:
“uno de los elementos constitutivos y específicos del patrón mundial de poder
capitalista. Se funda en la imposición de una clasificación racial/étnica de la
población del mundo como piedra angular de dicho patrón de poder y opera en
cada uno de los planos, ámbitos y dimensiones, materiales y subjetivas, de la
existencia social cotidiana y a escala societal. Se origina y mundializa a
partir de América”. Este patrón se reproduce con sus especificidades en lo
largo y ancho del mundo.
A lo largo de la
historia panameña, con respecto a la negritud, entendida como tragedia del
color, hemos visto cómo se articuló este patrón mundial. Esta periodización, la
tomamos de G. Maloney, primero: “El camino de Cruces. Período colonial que
corresponde a la fase del Capitalismo Mercantil. La explotación se basa en la
utilización de energía animal y la fuerza de trabajo humana esclavizada”. El
cómo fueron transportados, vendidos, cosificados y contabilizados como cabezas
de reses, es una representación de ese patrón. Segundo: “El ferrocarril. Siglo
XIX (1855). Fase de expansión monopólica del capital, basada en la utilización
de fuerza de trabajo asalariado”. La
migración tuvo lugar cuando los negros fueron esclavizados en Jamaica. Es
precisamente de allí dónde provenían en su mayoría los trabajadores del
ferrocarril. En otros términos, son obligados a inmigrar y vivir penurias en
otros lugares. El desarraigo también forma parte de la tragedia del color. Y,
tercero: “El Canal de Panamá: Tercera forma de explotar geográficamente
al Istmo de Panamá que corresponder a la fase de desarrollo imperial del
capitalismo, siglo XX. Se basa en la utilización de energía eléctrica y en la
fuerza de trabajo asalariado”. Pese
al cimarronaje como rebeldía hasta las declaraciones por los derechos humanos
(Declaración Universal de los Derechos Humanos y Conferencia de Bandung) por la
inclusión, subsiste la segregación; un caso de división racial de la sociedad
en el contexto de la construcción del Canal fue el Gold Roll y Silver Roll, se
le pagaba a los negros con monedas de plata, mientras que a los blancos con
oro. Además de otras segregaciones como playas exclusivas para blancos.
En conclusión: la
colonialidad del poder traspasó los cuerpos de la negritud. La huella del
látigo del amo se mantiene, mutando en nuevas formas, a veces sutiles otras no
tanto. No está de más recordar la importancia de la diversidad para un mundo
mejor.
*Investigador y
profesor en la Facultad de Humanidades , Universidad de Panamá.
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