Reducida la discusión política a la
prepotencia del veto, al decretazo, toda la posibilidad que concede la
convivencia democrática, propia del consenso ampliamente dialogado, se va al
bombo. Todo es de cuarta, todo berreta, comenzando por la cabeza.
Roberto
Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde
Mendoza, Argentina
El veto presidencial a la ley del Congreso
sobre las tarifas y el discurso del presidente Macri en la provincia de Salta,
llamando a conferencia de prensa para darlo a conocer, es parte de la
conducción de Cambiemos a que nos tiene acostumbrados. Su deslucida arenga,
restringida en contenido, pero demoledora en sus efectos, intentó convencer que
era la ¿única? salida. Raro, ¿no? Su bisturí no tiembla en recortar para el
pobrerío, mientras es ampliamente generoso con las grandes distribuidoras de
gas y electricidad (en manos de amigos), por ejemplo, que han tenido
exorbitantes ganancias el último año.
Su mensaje dejó claro que no le van a torcer
el brazo, que va a continuar con el camino trazado desde el comienzo. Mucho más
ahora, que las exigencias del Fondo Monetario Internacional lo arrinconan a
extremar los ajustes. Su tozudez y persistencia se basa en su apertura al mundo
y la opinión de los de afuera, aunque el adentro esté amurallado, blindado por
los medios y sea necesaria toda la fuerza pública para barrer las calles. Quedó
claro que le importa un rábano el Congreso, las largas discusiones y las
diversas propuestas que se podían adoptar. Su razonamiento binario le impide
los matices, le facilita hacer la suya, la que siempre hizo.
Otra de las picardías urdidas entre Donald
Trump, Benjamín tanyahu y Mauricio Macri fue programar un partido de la
selección argentina de fútbol en Jerusalén, en un estadio Teddy Kollek,
construido justo en el lugar donde se masacró una aldea en la guerra de los
seis días, hace 51 años. Felizmente los jugadores y el director técnico
decidieron no viajar y verse involucrados en un conflicto que no les pertenecía
y que, sus admiradores islámicos pudieran tomar como ofensivo. No obstante el
gesto, aplaudido por gran parte de la comunidad argentina e internacional y la
diplomacia palestina, los medios hegemónicos han intentado instalar el costo de
16 millones de dólares que la empresa contratante, cobraría a la Asociación
Argentina de Fútbol AFA, por incumplimiento del contrato. Entre las pantallas
de humo, también están los que inundan las redes sociales sobre la desubicación
de Messi e Higuaín sobre la medida adoptada, aunque el riesgo de sus vidas sólo
lo corrieran ellos.
Como siempre el ruido y no las nueces en este
tire y afloje de mentiras, rumbo a un Mundial que será utilizado para la
reforma laboral y cercenar la acción del movimiento obrero organizado, cercando
la figura tradicional de los sindicatos, cuya trayectoria de más de siete
décadas, es un obstáculo a los objetivos de la Alianza Cambiemos.
Finalmente, este jueves 6, fecha en que se
celebra en Argentina el Día del periodista, el gobierno a través del Ministro
de Hacienda y el Presidente del Banco Central, dieron a conocer el acuerdo
logrado con el Fondo Monetario Internacional para un crédito stand by de 50 mil
millones de dólares a tres años, más otros 6.500 millones de dólares de otros organismos
financieros de créditos, con el compromiso de bajar el déficit fiscal en tres
años. Nada dijeron sobre la marcha de la inflación, que se disparó al doble de
lo proyectado y que el dólar al día siguiente (hoy viernes 8) sobrepasó los $26
en la City porteña, nuevo record alcista. Tampoco que el préstamo, celebrado
con champán, bombos y platillos, le ataría las manos al próximo gobierno de
cualquier signo político. Todo berreta. Todo mentira.
El Jefe de Gabinete viaja a realizar homenaje
a los viejos y eternos imperialistas: inicia su gira en Londres, y luego va a
Nueva York a rendirles pleitesía a los viejos patrones para que ellos inclinen
el pulgar para lograr el beneplácito crediticio. A idéntica actitud responde el
viaje – aconsejado por su amo del norte – del presidente a Canadá a la reunión
del Grupo de los Siete. Actitud lacaya que, desde luego reditúa a los
intermediarios y sus acólitos.
Esta es la versión oficial de los hechos,
aunque el desenlace esperado, conforme la experiencia reciente será totalmente
diferente, como muy diferente es intentar promover un cambio en las políticas
del FMI, cuando ya sabemos lo ocurrido en Grecia, todas las consecuencias
sufridas por la población.
A todo esto, la sociedad nacional se ha
expresado masivamente en las calles y hay programados paros por diversos
sectores sociales, comenzando por el gremio de camioneros, liderado por Hugo
Moyano que amenaza paralizar al país para el día 14 de junio, siguiendo el
ejemplo de los hermanos brasileños que dejaron al país desabastecido. Claro,
Moyano lo ha tomado como una cuestión personal y siente que la Justicia se ha
metido con su familia por presión oficial. Hecho que se suma a la protesta por
el tema salarial e inflacionario que ha dejado al poder adquisitivo de los
mismos por el suelo y la continuidad de los tarifazos de los servicios públicos
y la suba de combustibles.
Paralelamente, el 14 de junio también, para la
CTA bajo el mandato: “La dignidad no se negocia”, convocando a todos los
sindicatos adheridos, en donde los docentes son mayoría y vienen expresándose
adversamente ante la gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, quien
está más preocupada por el lugar que ocupará en las próximas elecciones de
2019, como si todo fuera viento en popa.
El triunvirato de la CGT, con su amañada
complicidad al gobierno de siempre, todavía duda decretar el paro nacional,
demoran decisiones en cuartos intermedios y se enredan en explicaciones que
lejos de aclarar, oscurecen. Así dan lugar a nuevos líderes, como es el caso
del bancario Sergio Palazzo, que asumen el momento crítico por el que
atraviesan los trabajadores, la Corriente Federal, que se manifiesta a través
del lema: “Los trabajadores somos la esperanza”, poniendo de manifiesto nuestra
dilatada trayectoria en el reconocimiento de derechos laborales a los que no se
va a renunciar de ninguna manera.
Todo berreta, menos la actitud responsable y
jugada de los trabajadores que están dispuestos a defender la Nación, cueste lo
que cueste.
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