El vicepresidente de
los Estados Unidos, Mike Pence se dispone a visitar América Latina a fines de
junio, por tercera vez, desde que asumió su cargo. Sus dos destinos serán
Ecuador y Brasil.
Jorge Elbaum / Sur y Sur
Mike Pence, vicepresidente de Estados Unidos |
En las tres ocasiones
anteriores el objeto central de su periplo fue contribuir al aislamiento del
gobierno de Nicolás Maduro y quebrar el proceso bolivariano iniciado en 1999,
primera versión en la región del enfrentamiento al neoliberalismo.
El trayecto de Pence se
desarrollará luego de que Washington haya sufrido un nuevo fracaso en su
estrategia continental, pese a involucrar todos su esfuerzo diplomático y
político en aras de vulnerar un proceso social que muchos parecen haber
subestimado y que sobrevive luego de una crisis económica forjada por la caída
de los precios internacionales del petróleo, el sabotaje interno de los
sectores que vieron caer su ingente rentabilidad acostumbrada, y el despiadado
bloqueo estadounidense.
Nikki Haley y Luis Almagro
En el 48º período
ordinario de sesiones de la Asamblea General de la OEA, desarrollado entre el 3
y el 5 de junio, realizado en Washington, el Departamento de Estado, en
conjunto al Grupo de Lima, apenas logró agrupar 19 voluntades en contra de
Caracas. El vicepresidente Pence exigió aplicar los artículos 20 y 21 de la
Carta Democrática Interamericana que estipula una mayoría de dos terceras
partes (24 votos) para suspender y/o expulsar a un miembro, sin poder alcanzar
su cometido, pese a las advertencias y amenazas cursadas a varios de los
representantes.
Entre 2014 y junio de
2018, el tema de Venezuela fue abordado en 32 reuniones del Consejo Permanente
de la OEA, en todos los casos con una misma intencionalidad injerencista. En lo
que va de año 2018 Caracas ha sido denunciada en nueve ocasiones y ha sido
víctima de ejecuciones de embargo (incluso de medicinas oncológicas), bloqueos
y persecuciones internacionales –de índole policial– a sus dirigentes. A pesar
de ese esfuerzo, en ninguna de las sesiones convocadas por EU –con el apoyo del
grupo de Lima en los últimos años— han logrado más de 20 votos de los 34 en
disputa.
El Grupo de Lima es un
conjunto de países entre los que figuran Argentina, Brasil, y Paraguay,
conformados a pedido de Washington para tramitar el ahogo político del
chavismo. Días antes de la última cumbre de cancilleres de la OEA, el
representante de Estados Unidos ante el organismo, Carlos Trujillo, aseguró que
contaban con los votos necesarios para aislar a la República Bolivariana.
Dado el nuevo fracaso
de EU, que ya lleva dos años de frustrados intentos, con varias votaciones que
nunca alcanzaron el número previsto para defenestrar a Caracas, se intentó
camuflar la contrariedad de Pence detrás de una resolución de Resultado de imagen para oposicion venezolana
con pence“suspensión” a ser resuelta en próximas reuniones del organismo. La
enésima ofensiva del Departamento de Estado estuvo precedida por una recepción
llevada a cabo el lunes 4 de junio, en la que el propio Mike Pence se dirigió a
22 de los 34 países miembros. En ese ágape, el vicepresidente les prometió
diversas formas de cooperación futura –en un intento que algunas delegaciones
caracterizaron de acción desesperada— en el caso de que la moción de expulsión
sea aprobada.
Dicha dramatización no
pareció tener mucha repercusión mediática dado que Venezuela ya había
anunciado, un año atrás, su deseo de no continuar siendo parte de ese organismo
multilateral. Según el estatuto de la OEA, para abandonar el sitial, se
requiere un aviso de dos años de anticipación. Venezuela lo adelantó el año
pasado y –en palabras de Nicolás Maduro–, “Esta es la última cumbre de la OEA a
la que asiste Venezuela (…) Ya van 13 meses de los 24 que tenemos que esperar
para que se haga efectivo (el retiro)”.
Eufemismos humanitarios
La propuesta elaborada
por el Departamento de Estado incluía el desconocimiento de las elecciones de
mayo último y una “ayuda humanitaria”, similar a la que se está emplazando en
la actualidad en Argentina, cerca de la reserva gasífera de Vaca Muerta. La
ayuda humanitaria en Neuquén supondrá una inversión de 2 millones de dólares e
incluirá un helipuerto apto para helicópteros militares. Será financiado en su
totalidad por el US. Southern Command (Comando del Sur del pentágono,
ministerio de defensa) a través de la Embajada de los Estados Unidos.
Resultado de imagen
para ayuda humanitaria para venezuelaLo que EU no puede lograr con Caracas,
dado que el gobierno bolivariano es muy celoso de sus recursos, se implementará
al sur del continente, dado que en los próximos 10 años la inversión global en
equipos e infraestructura de las empresas estadounidenses en el yacimiento no
convencional superarán los 100.000 millones de dólares. La ayuda humanitaria,
de esta manera, permitirá proteger aquello que los inversionistas consideran,
gracias a la anuencia local, algo digno de ser protegido cual fuese su
propiedad.
La expedición de Pence
está prologada por la visita del despedido jefe de la diplomacia
estadounidense, Rex Tillerson, quien, en agosto de 2017, antes de girar por
Colombia, Chile, Argentina y Panamá instigó a las fuerzas armadas bolivarianas
a quebrar la institucionalidad: “La forma en que habitualmente se solucionan
los problemas en América Latina es con un golpe militar. Luego ordenan el
país”.
El viaje a Ecuador y a
Brasil continúa esa estrategia ambivalente de afianzar colectivos funcionales a
los deseos unilaterales de Washington (Como el Grupo de Lima), empecinados en
ver en Venezuela el peligroso contaminador de autonomías y emancipaciones
dentro de la región. La derrota de Washington es también el fracaso de esa
iniciativa, liderada por Macri Blanco y Temer, que empiezan a ver cómo se
diluye su cuarto de hora de seguidismo hegemónico, frente a la persistente
resistencia venezolana.
Esa decepción se ve
amenazada, además, por la inquietante posibilidad de variaciones políticas
producto de sendos procesos electorales cruciales en la región, el de México y
el de Brasil, donde candidatos opositores a la lógica neoliberal (Andrés Manuel
López Obrador y Lula) aparecen como favoritos en sus respectivos países.
Además, los visitados
por Pence no podrán recibirlo en un buen momento. Si bien el primero se abstuvo
en relación con el pedido de expulsión de Venezuela, sus devaneos con las
políticas neoliberales junto con la sorpresiva ruptura de la organización
partidaria que compartía con Correa (que muchos caracterizan de una traición)
lo convierte, según muchos analistas, en una presa fácil de la lógica
prebendaría de Washington, acostumbrado a ofrecer migajas por pleitesías poco
duraderas.
Por su parte, el
presidente de Brasil es el titular de un poder ejecutivo que se encuentra en un
tembladeral, golpeado por un cuasi unánime repudio popular, huelgas y lock-out
reiterados, una recesión duradera y una sorpresiva requisitoria judicial en la
que la Policía Federal solicitó a la Suprema Corte autorización para obtener
datos sobre sus conversaciones telefónicas de 2014, en las que, se conjetura,
se viabilizaron sobornos de la
constructora Odebrecht.
El canciller venezolano en la OEA
El 48º período
ordinario de sesiones de la Asamblea General de la OEA fue la caja de
resonancia de una preocupación creciente (incluso entre las delegaciones
pertenecientes al Grupo de Lima) acerca del derrotero contradictorio e
imprevisible del Departamento de Estado. Las polémicas en los coquetos bares de
la capital estadounidense fueron especificadas en relación –básicamente– con la
contradictoria forma de multilateralismo desplegada por Washington. Por un
lado, en contradicción con el declamado proteccionismo, expresado repetidamente
por Donald Trump, con la consigna “American First” (que impone a todo el
continente una apropiación indebida), y por el otro en referencia a los
crecientes conflictos migratorios que tienen como víctimas a ciudadanos de los
países convidados a ser socios de las aventuras persecutorias del Departamento
de Estado.
El reino de los derechos humanos
Según un afamado
periodista argentino con sede en Miami, Andrés Oppenheimer –distante de ser
considerado un chavista– “La política del presidente Trump de separar a un
creciente número de padres indocumentados de sus hijos es tan cruel -e
innecesaria- que debería ser denunciada ante las Naciones Unidas y la
Organización de Estados Americanos.”
También en referencia a
la OEA, pero específicamente al Capítulo XV de su carta fundacional, vinculada
a las normativas de Derechos Humanos, Al Cárdenas, ex presidente de la Unión
Conservadora Americana, y referente del Partido Republicano de Florida expresó:
“quizás sea triste que tengamos que recurrir a las Naciones Unidas y la
Organización de Estados Americanos para investigar nuestra política
tercermundista de separar por la fuerza a los niños de sus padres”.
El multilateralismo
engañoso –que únicamente manipula gobiernos domesticados— parece obtener solo
fracasos a la hora de imponer sus renovadas adecuaciones de la doctrina Monroe.
En ese marco, asume políticas unilaterales en relación con el abandono de los
Acuerdos Transpacíficos (ATP), que agrupaba a más de una decena de países del
sudeste asiático, amenaza con quebrar el NAFTA –con México y Canadá– y rechaza
el acuerdo de desnuclearización con la República Islámica de Irán (conocido
como 5+1). A eso le suma la reciente mudanza provocativa de la embajada a
Jerusalén (en árabe, Al-Quds) que supone una violación del derecho
internacional. Para completar, instala en la agenda global una guerra comercial
–supuestamente– para recuperar puestos de trabajo al interior de EU y morigerar
el superlativo déficit comercial.
Geopolítica de trasfondo
El multilateralismo de
Trump relativo al Club de Lima –del cual forma parte Canadá—no le permitió al
vecino septentrional de EU conseguir ningún beneficio ni prerrogativas
económicas: Canadá era hasta el 2017 el mayor exportador de acero y aluminio a
Estados Unidos. El gobierno estadounidense, a través de un decreto avalado por
necesidades de “seguridad nacional” decidió imponerle gravámenes del 25 por
ciento al acero y 10 por ciento al aluminio proveniente de su vecino.
La respuesta
desconcertada de su primer ministro, Justin Trudeau, referida a que su país
puede ser catalogado como una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos
“es inconcebible”. Luego agregó: “muchos canadienses han muerto junto con
soldados estadounidenses en operaciones militares conjuntas a lo largo de los
años (…). Estos gravámenes son una afrenta a la asociación de seguridad de
larga data entre Canadá y Estados Unidos”.
Esta conflictividad
económica declarada por el propio presidente Trump expone, además, la necesidad
–según los analistas del Departamento de Estado—de impedir la expansión de
China y Rusia en el continente latinoamericano. Uno de los socios prioritarios
de ambas potencias emergentes es Venezuela que ha diversificado inversores e
intercambios estratégicos, tanto en áreas de infraestructura como de
comercialización, de aparatología bélica y mecanismos para la promoción del
desarrollo. Dado que los recursos potenciales de Venezuela son infinitamente
superiores a los cubanos, en la perspectiva del pentágono, Caracas es una
presencia muchísimo más desafiante que los revolucionarios castristas, que aún
permanecen perseverantes y vitales pese a las casi 6 décadas de bloqueo.
Esa ofensiva de
Washington no tiene como objetivo solo a Venezuela, que ha decidido
alternativizar los flujos de oferta de sus barriles de petróleo. Incluye un
plan global que demanda –entre otras medidas—la sustitución de la dependencia
energética de Europa con respecto a Moscú. El 30 por ciento del gas que importa
la UE procede de los Urales y las empresas petroleras con sede en norteamérica
pretenden suplantar el gas ruso por GNL (gas natural) frackeado en EU para ser transportado
por buques gaseros desde la costa este. La guerra de mercado supone además el
ofrecimiento de utilización de tecnologías de fracking dentro de los países
vecinos a Rusia, para deteriorar el crecimiento de la economía impulsada por
Putin.
En las últimas semanas
esta ofensiva ha quedado en evidencia al presentarse en el Senado de EU un
proyecto de enmienda que propone medidas restrictivas contra el gasoducto Nord
Stream 2 (cuya longitud total prevista es de 1.200 Km) ideado para transportar
energía rusa hasta Alemania. Ante los requerimientos de Washington, el Consejo
Europeo asumió la necesidad de revisar al acuerdo con Moscú, motivado en la
posibilidad de que el “gasoducto podría fortalecer la dependencia de la UE del
gas ruso y consolidar la posición dominante de Gazprom en el mercado europeo”.
Mientras tanto, en
Ciudad Gótica, El Club de Lima –liderado por Macri Blanco y Temer—intenta
aferrarse a una soga interamericana cuyos sostenedores en el norte se
encuentran más preocupados (se podría decir que desesperados) en salvar su
resquebrajada hegemonía, que en atender lo que consideran nimiedades sociales o
posibles estallidos de ira popular. Sus títeres regionales aparecen como
encaprichados corredores maquillados detrás de una zanahoria globalizada a la
que nunca llegan pero que cada 15 años intentan alcanzar, dejando en el camino,
programas económicos de ajuste, amenazas injerencistas, invasiones,
endeudamientos, guerras y cócteles. Un combo perfecto que cada tanto, estalla.
*Sociólogo, doctor en
Ciencias Económicas, analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis
Estratégico (CLAE, www.estrategia.la).
No hay comentarios:
Publicar un comentario