El gobierno argentino parece pensar que
nadie lee Historia ni se interesa por lo que pasó y pasa en el mundo.
Martín Granovsky / Página12
Empezando por la desigualdad, la Argentina comparte todas
las patologías de América latina. Menos una: el militarismo en democracia. Pero
las cosas podrían ser peores, porque Mauricio Macri parece empeñado en crear un
problema justo donde no lo hay. Quiere poner militares en seguridad interior.
Su argumento es que no hay peligro puesto que las Fuerzas Armadas solo harán
logística. Un argumento tan serio como pensar que una pyme industrial sobrevive
si pone lamparitas led.
A Napoleón en 1812 no lo derrotó el invierno. Lo vencieron
los rusos gracias a su determinación. Un factor ayudó al zar Alejandro I: los
600 mil soldados de Napoleón pudieron ganar la batalla de Borodino y tomar
Moscú pero no consiguieron cumplir con las exigencias de aprovisionamiento y
refresco que les imponía la distancia entre Francia y Rusia. El invierno agravó
esa desproporción. Un típico problema de logística militar.
Tampoco a Adolf Hitler lo derrotó el general invierno, como
dice la leyenda. Sitió las principales ciudades de la Unión Soviética (incluida
la actual San Petersburgo, entonces Leningrado, durante tres años) y estuvo a
las puertas de Moscú. Pero no pudo aplastar a los rusos. Y muy pronto su
imposibilidad de avanzar se convirtió en retroceso. La entrega de los soldados
soviéticos fue memorable. Los problemas logísticos de los nazis acudieron en su
ayuda.
El gobierno argentino parece pensar que nadie lee Historia
ni se interesa por lo que pasó y pasa en el mundo. El lunes, Macri quiso
encandilar a una ciudadanía castigada hablando de leds. El brillo de las
bombitas enmascara el objetivo de garantizar el lucro extraordinario de las
empresas de energía. Un lucro tan extraordinario como el de los bancos. Al día
siguiente el Presidente habló de logística como justificativo para colocar a
las Fuerzas Armadas dentro del esquema de seguridad interior en un tono que
puede leerse así: “Es nada más que logística, ponele”. Una nadita.
Pero logística supone articulación.
Logística implica coordinación de presupuestos.
Logística significa un mismo sistema de compras.
Es un tema logístico el transporte de tropas. De fuerzas
policiales, ponele.
Logística es planificación.
Logística es coordinación regional y mundial de cada uno de
los esfuerzos.
Logística es inteligencia. Inteligencia interior.
La Argentina interpretó lúcidamente su pasado. Logró un
consenso democrático para separar la seguridad interior de la defensa nacional.
Su logro es de nivel norteamericano, o sea máximo, si se entiende por ello la
política que los Estados Unidos aplican para sí mismos y no la que exportan.
En Brasil, por ejemplo, no es así. El viernes pasado,
durante el encuentro de Río de Janeiro que selló el nacimiento de la Asociación
Brasileña de Juristas por la Democracia, impulsada por un grupo que encabeza la
abogada Carol Proner, un fiscal espantó al auditorio cuando contó que los
militares no solo siguen teniendo un fuero propio, lo cual es de por sí un
atraso, sino que hasta buscan expandir el fuero castrense a los civiles. Los
militares supervisan la designación de los jefes estaduales de policía y ahora
están habilitados, inclusive, para incautar camiones y manejarlos. La
militarización de Río es un fracaso en términos de paz. Sirvió para estimular
la violencia. En 2017, ya con Michel Temer como presidente de facto, el Estado
de Río de Janeiro padeció 6.731 homicidios, un 7,5 por ciento más que en 2016.
Tiene 40 muertes violentas cada 100 mil habitantes, contra las 14,5 de Rosario.
Desde que el presidente mexicano Felipe Calderón metió a los
militares en la lucha anti-narco murieron más de 100 mil personas y 30 mil
están desaparecidas. La información fue recogida por la web de la prestigiosa periodista Carmen Aristegui. Solo
en el Estado de Tecomán los asesinatos llegaron a 151 casos por 100 mil
habitantes.
Setenta años de violencia, desde el asesinato de Jorge
Eliezer Gaitán en 1948, incluyendo el uso de las Fuerzas Armadas y los paramilitares
para combatir a la guerrilla y al narco, dejaron en Colombia un sello de
muerte. Pero hay un dato clave: después de la firma de la paz entre el Estado y
los insurgentes de las FARC no solo se redujo el número de muertos. De los
11.532 asesinatos registrados en 2017, en seis de diez casos las causas fueron
las riñas interpersonales o el homicidio entre conocidos, como en la Argentina,
y no la violencia institucional.
A Macri le gustan las planillas Excel. Que haga la prueba.
Verá que cuanto menos militarismo, menos muertos. Y a más militarismo, más
muertos.
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