Sin duda Colombia no es México, y si bien tienen bastantes semejanzas políticas en sus campañas electorales, todo indica que tendrán resultados diferentes. El potencial triunfo de la centro izquierda parece indicar las nuevas tendencias de la realidad mexicana.
Adalberto Santana / Especial para Con Nuestra América
Desde Ciudad de México
El domingo 17 de junio de 2018 se realizaron los comicios definitivos para que los
colombianos decidieran al próximo presidente que los gobernará los próximo
cuatro años. Exactamente esa elección fue catorce días antes de que los
mexicanos se pronuncien por quien ocupará su presidencia el primero de julio por
un periodo de seis años. Entre ambos procesos electorales hay algunas
similitudes, pero de igual manera presentan también unas marcadas diferencias.
En el primer caso las tendencias apuntaban a dar como ganador al candidato de
la ultraderecha colombiana: Iván Duque. En el caso mexicano todo apunta al revés (hasta el presente
momento), según las encuestas y los amplios sectores de opinión nacionales e
internacionales, como un seguro triunfo del candidato de la centro
izquierda: Andrés Manuel López Obrador
(AMLO), aspirante presidencial de la coalición formada por el Partido del
Trabajo (PT), Partido Encuentro Social (PES)
y Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), cuyo lema de campaña es:
“Juntos haremos historia”.
En las elecciones mexicanas únicamente existe
una primera ronda y resulta ganador el que tenga más votos, independientemente
del resultado de cuantos concurrieron a las urnas a votar. Para el caso colombiano
se contó con una segunda vuelta, lo cual mostró la depuración de otra serie de
candidatos que fueron eliminados de acuerdo al resultado de la primera ronda, para
así llegar a la fase final únicamente dos aspirantes. En esa situación
únicamente quedaron el candidato de la ultraderecha Iván Duque contra el
representante del bloque de centro izquierda Gustavo Petro. Existió una tercera
opción que fue el llamado voto en blanco. Espacio de la boleta electoral donde
sufragaron aquellos ex candidatos y sus seguidores que perdieron en la primera
ronda como Sergio Fajardo y Humberto De la Calle que llegaron a manifestar que
votarían por esa tercera opción. Esto implicó
que en los hechos respaldaron objetivamente al candidato más votado, que en
el momento previo a las elecciones del domingo 17 de junio parecían favorecer
al pupilo del ex presidente Álvaro Uribe Vélez, es decir a Iván Duque. Votación
que en tal sentido se confirmó finalmente. En los resultados de la primera
vuelta, el candidato del Partido Centro Democrático (que no tiene nada de
centro y mucho menos de democrático), ganó la primera vuelta con casi el 40 por
ciento. En la segunda ronda alcanzó 10,373,080 votos. Es decir, el 53.98 por ciento de la votación.
En tanto que el candidato de centro izquierda, Gustavo Petro logró un total de
8,034,189 votos que sumaron el 41.81por ciento. En tanto que el voto en blanco
sumó 808,368 que mostró una suma del 4.20 por ciento. El acumulado total fue de
19,215,637 votos, lo que en un universo de más de 36 millones con derecho a
sufragar, mostraba que más de un 36 por ciento (casi 17 millones) se mantuvo en
la abstención. Hecho que significó que esa cantidad de ciudadanos superaron en
gran número a los votos del ganador. Esto mostró la fragilidad de la
legitimidad del triunfador en las elecciones colombianas. Iván Duque del
universo total de colombianos con derecho a votar, únicamente sumó a su
candidatura menos de una tercera parte de los electores. Lo cual puede
interpretarse que gobernará con la adhesión de una minoría.
Con respecto a la candidatura de Gustavo
Petro, si bien fue el segundo más votado en la primera ronda, para la segunda
vuelta logró establecer nuevas alianzas con otros actores políticos que quedaron
en el camino. Se pensó que podía incrementar su nivel de votación y así
alcanzar una suma mayor sobre todo de
aquellos electores que no congeniaban con la llega de Duque al poder y que lo han
visto como una seria amenaza al frágil proceso de paz que se vive en la nación
sudamericana. En otras palabras, el uribismo vuelve a tomar el poder. En este sentido, la candidatura presidencial de
Colombia Humana, logró sumar a actores destacados como el Polo Alternativo y
Democrático que apoyó a Sergio Fajardo, así como personalidades de cierto arrastre
popular como el ex alcalde de Bogotá, Antanas Mockus y los dirigentes políticos
Claudia López, Antonio Navarro, Angela María Robledo e Ingrid Betancourt entre
otros. Sin embargo, la
candidatura de Petro no logró sumar a un destacado número de votantes que
siguieron en la abstención.
En cambio el candidato
de la ultraderecha, pudo atraer a la centro derecha. Lo que reafirmaron los sondeos
del diario El Espectador, que le
atribuía a dicho candidato el 52 por ciento del electorado. Es decir, muy
cercano a lo que realmente obtuvo Iván Duque. De tal suerte que ahora con el
triunfo de los uribistas, se fortalece el sector belicista de la sociedad
colombiana y se vuelve seguramente a un clima de tensión y conflicto. El uribismo tras diez años de estar apartado del
poder vuelve a la Casa de Nariño. Duque
lo ha señalado claramente al apuntar con sus propias palabras, que en el caso
de las relaciones con Venezuela: “No podemos aceptar una representación con un gobierno que consideramos
ilegítimo”. En ese mismo sentido se suma al discurso de otros mandatarios de la
derecha latinoamericana como los presidentes de México, Argentina y Perú entre
otros. Continuará con una política intervencionista contra el gobierno del
presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. Duque beligerantemente ha señalado que
la luchará contra ese gobierno para instaurar
“elecciones libres y una democracia”.
Esto no es más que la misma retórica que
vienen esgrimiendo los sectores de la
derecha latinoamericana. En Colombia los seguidores del uribismo con las
llamadas guerras sucias y en la implantación de las campañas del miedo
mediático, difundieron la consigna de que Petro buscaba convertir a Colombia en
otra Venezuela. Es decir, las noticias falsas contribuyeron a generan un
ambiente de inestabilidad si ganaba Gustavo Petro. Constantemente lanzaron la
consigna del voto útil en favor de Duque. Tal como la derecha mexicana lo ha
hecho contra López Obrador. Sin embargo, en el caso mexicano todo apunta a que
el candidato de centro izquierda finalmente se imponga en las elecciones del
primero de julio de 2018. Las encuestas de opinión apuntan una votación
superior al 50 por ciento del electorado para AMLO. Sin duda Colombia no es
México, y si bien tienen bastantes semejanzas políticas en sus campañas
electorales, todo indica que tendrán resultados diferentes. El potencial
triunfo de la centro izquierda parece indicar las nuevas tendencias de la
realidad mexicana.
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