En los debates de los
candidatos presidenciales se han perfilado claramente las líneas de la polémica
principal, o del desacuerdo de sustancia entre los mismos: la oposición de dos
visiones del mundo que son irreconciliables y que pareciera que no hay manera
de hacerlas compatibles, sino que, al contrario, se muestran como absolutamente
excluyentes y antagónicas.
Hablamos, como muchos
habrán entendido, del neoliberalismo y de una visión del mundo socializante y
humanista. En un caso se trata de una visión capitalista a ultranza que ha
causado las crisis que hemos conocido en nuestro tiempo de vida, y que, desde
todos los ángulos, se muestra como matriz principal del fracaso y de la
encrucijada en que se ahogan las sociedades actuales. Por ello planteamos esta
dicotomía como algo fundamental en la historia presente del país (y del mundo),
como una contradicción de vida o muerte que está discutiéndose en México para las
elecciones del primero de julio, de lo cual depende en buena medida la historia
futura y probablemente la vida misma del país.
Un autor tan inteligente
como Noam Chomsky dijo recientemente que el capitalismo se enmascara con
frecuencia como democracia, pero que su objetivo claro era el de socializar
costos y privatizar las ganancias, defendiendo invariablemente los privilegios
de la cada vez más reducida minoría rica, con consecuencias cada vez más
desastrosas para las mayorías pobres y para el propio planeta. Hace ya 40 años
que el neoliberalismo, de la mano de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, asaltó
el mundo. Y eso ha tenido un efecto tremendamente negativo para las mayorías
populares en todas partes, especialmente en América Latina.
En las crisis de hoy,
sostuvo Chomsky, algunos aspectos son de mayor prioridad, por la simple razón
expresada por Adam Smith de que los principales arquitectos de las políticas
aseguran que sus propios intereses sean los que imperen, sin importar los
costos. Chomsky, como siempre, ofreció ejemplos documentando la historia. Habló
de la historia de Haití, desde los franceses y la invasión estadunidense de
Woodrow Wilson, hasta el manejo que hizo Washington del desafío de Jean
Bertrand Aristide, tanto para el republicano George Bush (padre) como para el
demócrata Bill Clinton, imponiendo el modelo neoliberal, con el resultado
inevitable de destruir la soberanía económica del país, el cual ahora está en
las primeras filas de la crisis alimentaria.
Pero esa historia se
repite de manera semejante en muchas partes del mundo, indicó también Chomsky,
señalando a Bangladesh y a otros países de Asia que han sufrido la misma
imposición. Sobre América Latina dijo que el capital trasnacional sigue
invirtiendo para robar la riqueza y los gobiernos actuales no han logrado
cambiar eso, agregó Chomsky al hablar en la sede del gobierno municipal de la
capital uruguaya. Culpó a las corporaciones en Estados Unidos y en América
Latina de provocar serias amenazas para la seguridad mundial. Puso de ejemplo
las armas nucleares y la catástrofe del ambiente como dos principales desafíos
a la seguridad en el mundo, y criticó el papel de Washington en ambas crisis
globales.
Recordó que los países
latinoamericanos que han hecho esfuerzos serios para superar esa situación, han
contado invariablemente con una muy importante base popular, pero la mayoría de
las veces han tenido un éxito moderado. En América Latina el capital
trasnacional sigue invirtiendo para robar la riqueza y los gobiernos actuales
no han logrado cambiar la situación, principalmente porque Estados Unidos ha
frenado sus propósitos políticos. Recordó que esta región tiene grandes
riquezas que sólo han servido para enriquecer a un pequeño sector de la
sociedad y a las empresas multinacionales.
El filósofo aseguró que
para protegerse de las políticas neoliberales, América Latina necesita impulsar
una democracia funcional, en que sean los ciudadanos quienes decidan
auténticamente y no una minoría rapaz de hombres y mujeres ricos, que es la
gran distorsión que sufrió la democracia a lo largo del siglo XX, prácticamente
en todo el mundo.
Vale la pena decir que la
mayor parte de las reflexiones de Chomsky, que nos hemos permitido reproducir
aquí, tuvieron lugar ante unas mil 500 personas, desde el podio famoso de la
iglesia Riverside, en Nueva York, –el mismo en que Martin Luther King Jr.
ofreció su histórico discurso de 1967 contra la guerra de Vietnam y el sistema
imperial estadunidense– y desde el cual se ha escuchado también a Nelson
Mandela, y más recientemente a Arundhati Roy.
En su exposición Chomsky
resaltó en todo momento la resistencia popular para enfrentar el proyecto de
las élites, y subrayó que las rebeliones de los años 60 tuvieron un alto efecto
civilizador. Agregó que siempre se han lanzado ataques de la élite contra la
democracia y que el modelo de libre mercado corporativo permanece como el
obstáculo mayor a la eficiencia y a la toma racional y democrática de las
decisiones. En consecuencia, no hay razón para permanecer pasivos. ¿Por qué no
ocupar una planta [en referencia a los recortes de General Motors que hubo hace
relativamente poco tiempo] para convertirla en centro de producción del
transporte masivo? No es un planteamiento exótico. Que los trabajadores
controlen sus plantas es típicamente estadunidense.
Resaltó la importancia de
la resistencia popular para enfrentar el proyecto de las élites. Agregó que
siempre se han lanzado ataques de la élite contra la democracia y que el modelo
de libre mercado corporativo permanece como el obstáculo a la eficiencia y a la
toma racional de decisiones. Superar el déficit democrático y promover una
sociedad democrática que funcione en realidad es hoy la tarea fundamental.
Entre las claves para lograrlo identificó la renovación de los sindicatos, la
lucha educativa y cultural y lo necesario para desmantelar el edificio de
ilusiones por la minoría que gobierna en las llamadas democracias formales. La
crisis fundamental hoy día, resumió, es tal vez la del déficit democrático, esa
inmensa brecha que existe entre las necesidades de las grandes mayorías y las
políticas de los gobernantes. Actualizar y renovar la democracia hoy tal vez
sea la tarea fundamental…
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