Las
elecciones en Colombia para su segunda fase, muestran el reto de los más
amplios sectores sociales y políticos
colombianos al decidir por mayoría continuar por las sendas del
tradicional rumbo de la guerras atizadas por el conservadurismo y la represión
uribista. O bien, tomar el camino de una nueva alternancia en una senda más
incluyente, por la vía del diálogo y del respeto a la diversidad social,
política y cultural del pueblo colombiano.
Adalberto Santana / Especial para Con Nuestra América
Desde Ciudad de México
El domingo 27 de mayo
de 2018 se celebró la primera vuelta de las elecciones presidenciales en
Colombia. El resultado del recuento preliminar ubicó a los dos candidatos que
alcanzaron la mayor votación y que por
esa situación pasan a la segunda vuelta el 17 de junio. Por un lado quedó con
más del 39 por ciento el candidato de la ultraderecha colombiana, Iván Duque,
respaldado por el ex presidente Álvaro
Uribe dirigente de facto del Partido Centro Democrático, el cual no tiene nada
de centrista y menos de democrático. El otro aspirante que aspira a ocupar la
presidencia colombiana es Gustavo Petro, ex alcalde de Bogotá, ex militante del
Movimiento 19 de Abril (M19), economista y candidato postulado por Colombia
Humana.
Los
resultados de la primera vuelta de las elecciones colombianas, sin duda van a
condicionar una serie de alianzas para la segunda vuelta. El tercer sitio de
las elecciones del 27 de mayo, lo ocupó Sergio Fajardo, candidato de la
Coalición Colombia, aspirante que alcanzó más de 23 por ciento de la votación
(casi 4,6 millones de votos). En ese sentido su posición lo pone en una
situación ventajosa si llega a manifestar su apoyo y el de sus votantes en la
segunda vuelta. Fajardo después de darse a conocer los resultados de la
primera ronda electoral manifestó:
“Aceptamos los resultados de las elecciones. Una felicitación para Iván Duque y
Gustavo Petro, nosotros respetamos la democracia (...) No podemos permitir que
la violencia vuelva a marcar la vida” (https://www.telesurtv.net/news/sergio-fajardo-expectativa-apoyo-segunda-vuelta-colombia-20180527-0043.html).
Los otros candidatos
presidenciales que figuraron en la primera ronda, por si solos son menos
significativos pero en conjunto representan sumando todos ellos un porcentaje
relevante de votos, especialmente:
Germán Vargas Lleras y Humberto De la
Calle. Sin embargo, otros sectores no menos importantes fueron los votos
nulos o aquellos que se sumaron al abstencionismo. Si estos acuden a votar por
alguno de los dos contendientes que figuran
en las boletas electorales colombianas de la segunda vuelta, también
será destacada su participación. Máxime si se considera que existe un estimado
que 4 de cada 10 jóvenes salen a votar. Es decir, el 60 por ciento de la
juventud no va a las urnas, especialmente por su apoliticismo o bien por su
falta de credibilidad en los procesos electorales.
Pensamos que las
elecciones en Colombia en 2018, son bastantes significativas en el contexto
electoral latinoamericano. Por un lado, expresan la pugna de boques sociales y
políticos por modelos de desarrollo muy diferenciados. La ultraderecha
colombiana, se inserta en la lógica de la política sumisa al trumpismo y defensora
del neoliberalismo, ya que busca una mayor radicalidad de sus posturas y el apoyo de Washington para erradicar al
“populismo” (a las reales fuerzas progresistas que apuestan por el cambio). La propuesta
de Duque comandado por Álvaro Uribe Vélez en el caso especifico
colombiano, es negar el avance del proceso de paz en un país desangrado por una
guerra que lleva más de cincuenta años de existencia. Es de hecho el conflicto
militar más largo de la historia latinoamericana, que incluso superó a la guerra
de castas que se desarrolló en la República Mexicana en la segunda mitad del
siglo XIX en la península de Yucatán. El saldo fue superior durante 50 años a
más 260 mil víctimas. En México la actual guerra que se libra alcanza en 12
años a más de 250 mil asesinatos y 37 mil desaparecidos. Estos escenarios de
violencia son los que la ultraderecha colombiana y mexicana no quieren
realmente erradicar. Al decir el mismo
Duque que con respecto al conflicto militar para él sigue la polarización y la
impunidad al señalar que "los
máximos responsables le cumplan al país". Asimismo, agrega, que de lo
contrario "la paz nunca va a ser duradera".
En tanto que la
candidatura de Gustavo Petro, en el
mismo contexto latinoamericano, representa la ruta y el camino de profundizar
los procesos de paz (en particular avanzar en las negociaciones con el Ejército
de Liberación Nacional). De llevar a delante una política más incluyente y participativa con los más diversos sectores
de la sociedad colombiana y con el resto del mundo. Tal como lo ha expresado el
mismo aspirante por Colombia Humana al señalar: “Hoy no es un Acuerdo de Paz el
que nos está dividiendo, sino si Colombia es capaz de abandonar todas sus
violencias, es decir, si es capaz de construir una era de paz (..). Juntar todas las fuerza políticas y sociales que quieran construir la
paz. ¿Vamos a retroceder al autoritarismo y la persecución de la
diferencia, o vamos por el pluralismo y la libertad? Esa es la elección que
vamos a tomar en menos de 15 días” (El Espectador, Bogotá, 27/05/2018, https://www.elespectador.com/elecciones-2018/noticias/politica/volvemos-la-violencia-o-construimos-la-paz-petro-articulo-791091).
De
esa manera, encontramos en el escenario regional que las elecciones en Colombia
para su segunda fase, muestran el reto de los más amplios sectores sociales y
políticos colombianos al decidir por
mayoría continuar por las sendas del tradicional rumbo de la guerras atizadas
por el conservadurismo y la represión uribista. O bien, tomar el camino de una
nueva alternancia en una senda más incluyente, por la vía del diálogo y del
respeto a la diversidad social, política y cultural del pueblo colombiano.
Sin
duda, en las elecciones en Colombia, se espera que no se condicionen por las
aspiraciones del tristemente Grupo de Lima, que busca alentar y refrendar la
política injerencista de Washington como
su fiel aliado regional. Los gobiernos que componen esa vertiente conservadora
latinoamericana ponen en riesgo los comicios electores donde las fuerzas
progresistas avanzan para ganar las presidencias de otros países
latinoamericanos en 2018, como son los casos de Colombia, México y Brasil, en
El Salvador en 2019. Para ese
Grupo de Lima la democracia es efectiva si ganan las candidaturas de la derecha y la
ultraderecha latinoamericana. Veremos si Juan Manuel Santos y Álvaro
Uribe, pragmáticamente vuelven a hacer una alianza para frenar a Gustavo Petro
y a las fuerzas progresistas colombianas que de llegar a un triunfo reforzarían
las expectativas del nuevo torrente progresista latinoamericano. Recordemos que
en 2018 las tendencias apuntan al arribo a las presidencias latinoamericanas de
las fuerzas progresistas que son en este momento abrumadoras. Tal como se están
expresando en el caso de Andrés Manuel López Obrador en México (elecciones el primero julio de
2018) y Luiz Inacio Lula da Silva en Brasil (octubre de 2018).
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