Si la historia camina en esta ocasión por su lado bueno, y
no por el lado malo del cual habló alguna vez Friedrich Engels, el lunes 2 de
julio comenzaremos la semana con el inicio de una nueva época. La de la cuarta
transformación de México.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
Escribo estas líneas el lunes 25 de junio, a siete días de las elecciones
en México. Se ha dicho que éstas son las elecciones más importantes de la
historia reciente en el país. Pero acto seguido se agrega que lo son porque se
elegirán presidente de la república, senadores, diputados federales, diputados
locales, presidentes municipales y
gobernadores en 9 entidades
federativas. Pero no es eso lo más importante y lo que hace a este próximo
domingo 1 de julio, el día de las más significativas elecciones en México. Las
hace cruciales para el país, el que
estemos en un momento acaso irrepetible en las próximas décadas por venir. La
izquierda tiene un candidato carismático que durante muchos años ha
luchado en contra del fraude
electoral, la corrupción y en contra de las políticas económicas
neoliberales que han azotado a México durante más de tres décadas. Tenemos
pues, un líder carismático que ha conectado con las grandes mayorías de México,
que ha pasado de ser “el Mesías tropical trastornado por la obsesión del poder”
como durante muchos años lo ha pintado la derecha neoliberal, a ser lo que
hoy mira la mayoría del pueblo mexicano:
el único líder que puede sacar a la nación del desastre integral en el que lo
sumió un grupo pequeño y poderoso que ha sido el principal beneficiario del
neoliberalismo.
Escribo estas líneas en el inicio de la semana en cuyo día final
esperamos que Andrés Manuel López Obrador se convierta en el presidente electo
de México. Todo indica que así será. Las encuestas le dan una clara ventaja de
entre 15 y 20 puntos de diferencia sobre su más cercano oponente. El mundo de
los negocios, del gran capital, parece estarse acostumbrando a un presidente
López Obrador, como lo revela el hecho
de que no ha habido un cataclismo en la bolsa de valores. El peso se ha visto
más estremecido por el atrabiliario Donald Trump que por la expectativas de
triunfo del líder que el establishment neoliberal se ha empeñado en calificar
erróneamente como populista. Aun la encuestadora Consulta Mitofsky, la cual no
se ha caracterizado por simpatías hacia Andrés Manuel, a dos semanas de las
elecciones lo ubica con el 48% de las preferencias electorales efectivas (es
decir eliminando el porcentaje de indecisos). También constata Mitofsky que
desde enero del presente año cuando López Obrador contaba con 32% de dichas
preferencias hasta mediados de junio cuando llegó a 48%, se observa que el candidato
de la izquierda ha avanzado 16% como puntero electoral. Ricardo Anaya, su más
cercano oponente y candidato de la alianza encabezada por el Partido Acción
Nacional (PAN) se ha quedado con el 26% por lo que la diferencia es de 22
puntos.
Si la historia camina en esta ocasión por su lado bueno, y no por el lado
malo del cual habló alguna vez Friedrich Engels, el lunes 2 de julio
comenzaremos la semana con el inicio de una nueva época. La de la cuarta
transformación de México.
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