De nuevo el carácter de Lula vuelve a mostrarse con
toda su fuerza. Preso político, con condena sin pruebas ni crimen cometido,
Lula manifiesta a todos quienes lo visitan su absoluta indignación por la
situación que enfrenta, ya hace más de 2 meses.
Emir
Sader / ALAI
Lula cuenta siempre que tenía unas ganas enormes de
comer una de esas manzanas argentinas que nos llegaban desde Mendoza, con un
lindo envoltorio azul. Que sus amigos comían, que no le costaría nada agarrar
una y salir corriendo, porque no tenía plata para comprar. Pero que no lo hacía
por el miedo de su mama pase vergüenza por haber robado algo.
El suele decir que lo mejor que ha heredado de su
mama, Dueña Lindu, analfabeta de por vida, fue su carácter, lo que no se compra
en los shopping centers, sino que se hereda de la formación original. Muy
pobre, recién llegado luego de un viaje de 13 días de “pau-de-arara” desde el
nordeste, con sus 8 hermanos y su mamá, vistiendo la misma ropa, porque no
tenían otra, Lula cuenta que solo tomó, por primera vez, café con leche a los 7
años, para dar una idea del nivel de pobreza en que vivían. Trabajó como lustra
botas, como office-boy, entre otras actividades, antes de ser
escogido por la familia para formarse e intentar sacarlos de esa extrema
miseria. Fue a partir de ahí que se dio su formación como tornero mecánico.
Menciono esto porque de nuevo el carácter de Lula vuelve
a mostrarse con toda su fuerza. Preso político, con condena sin pruebas ni
crimen cometido, Lula manifiesta a todos quienes lo visitan su absoluta
indignación por la situación que enfrenta, ya hace más de 2 meses.
La semana pasada una escena surrealista pudo ser
vista por los brasileños. Convocado a prestar declaración en un proceso de un
gobernador, Lula apareció luciendo un traje y su corbata de Presidente de
Brasil, con los colores verde y amarillo, como él siempre ha utilizado. Habló,
con toda su fuerza y su humor: cuando el juez dijo que ya había hecho campaña
por él, Lula lo invitó a participar de sus próximos comicios en su campaña a la
presidencia de Brasil. Todos pudieron volver a ver su imagen, en el momento
mismo en que las nuevas encuestas reiteran su favoritismo para triunfar en la
primera vuelta de las elecciones presidenciales y que, en caso de que no pueda
ser candidato, el 48% de las personas seguirían la indicación del nombre que el
apunte.
Su candidatura fue lanzada, mediante un gran acto
en Contagem, zona obrera cercana a Belo Horizonte, provincia de Buenos Aires,
con la lectura de una Carta al Pueblo Brasileño que Lula ha
enviado, reiterando su inocencia y su compromiso de candidatearse a la
Presidencia de Brasil.
En ese momento, surge una propuesta indecente de un
juez del Supremo Tribunal Federal, según la cual Lula podría obtener su
libertad si renuncia a ser candidato. Una propuesta que confirma que se trata
de un preso político, cuya libertad podría ser lograda si renuncia al
favoritismo para ser elegido presidente de Brasil, razón de su prisión.
Lula, exhibiendo de nuevo su carácter, rechazó
indignado la propuesta, diciendo que renunciaría a su candidatura si se
presentara una sola prueba de que es culpable de algo. Como no lo han hecho,
reiteró su disposición a ser candidato a la presidencia de Brasil.
Así, el 15 de agosto el PT presentará a Lula como
su candidato a la Presidencia de Brasil. El Superior Tribunal Electoral tiene
30 días para juzgar la petición. En caso de se lo rechace, el mismo Lula,
valiéndose de la extraordinaria influencia sobre el pueblo brasileño, que
ninguna condena o prisión le quita, indicará un otro dirigente del PT para ser
su candidato a la presidencia de Brasil, a ser elegido a comienzos de octubre.
O si se confirma su candidatura, Lula triunfará en primera vuelta y volverá a
ser Presidente de Brasil el primero de enero del 2019.
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