Ángel Guerra Cabrera
/ La Pupila Insomne
Mike Pence visitó al presidente ecuatorioano Lenin Moreno. |
Pero
aparte de ese tema, el enviado de Trump ha viajado a algo más que supervisar y
fortalecer la conspiración contra la patria de Bolívar. No es casual que su
primera visita fuera al gobierno golpista de Brasil. Allí existe el máximo
interés de Washington en mantener a Lula en la cárcel para impedir a toda costa
que gane la presidencia en las elecciones del año próximo el candidato de lejos
puntero. Imaginemos el revés que significaría para el imperio un nuevo gobierno
de Lula en Brasil el año próximo, unido a la inminente elección de Andrés
Manuel López Obrador en México, dos gigantes geoeconómicos y geopolíticos, que
con gobiernos populares, pueden inclinar mucho la balanza de poder en América
Latina y el Caribe hacia los intereses de los pueblos.
Ese
desenlace constituiría una verdadera pesadilla para Washington después del
enorme esfuerzo que ha realizado para arrasar por distintas formas con los
gobiernos progresistas y revolucionarios de la región. Sea mediante golpes de
Estado contra los presidentes Manuel Zelaya(Honduras), Fernando Lugo(Paraguay)
y Dilma Rousseff(Brasil). Más los intentos frustrados de derrocar a Hugo Chávez
y Nicolás Maduro en Venezuela donde, en vista de sus fracasos, el Comando Sur y
la CIA experimentan el golpe “continuado”, preludio de la invasión militar con
la que ha amenazado el presidente Donald Trump. Asimismo, los golpes frustrados
y la subversión permanente contra los presidentes Evo Morales y Rafael Correa
(este hasta cumplir su mandato). Sin olvidar la feroz campaña mediática e
intentos subversivos contra Cristina Fernández de Kirchner, que mucho
dificultaron su ejercicio del gobierno. El paquete, claro, incluye el
reforzamiento del bloqueo y la subversión contra Cuba.
Unamos
esto a la descomposición de los regímenes neoliberales, como se aprecia en la
gigantesca impopularidad de Temer y la ascendente de Macri, o el histórico
avance de la izquierda en Colombia con Gustavo Petro. Ello, sumado a la resistencia cada día mayor
en esos países y, en general, nuestra América, contra el despojo, la
criminalización de la protesta social y la degradación ambiental ocasionados
por el neoliberalismo.
Es
fácil comprender por qué Pence va ya por su tercera gira conspirativa, además
de las que han hecho otros funcionarios, como el ex secretario de Estado Rex
Tillerson, quien confesó la devoción de la administración de Trump por la
expansionista Doctrina Monroe. Debe
subrayarse también la febril actividad golpista e intervencionista contra
Venezuela de los legisladores cubanoestadunidenses, muy especialmente Marco
Rubio, especie de escudero antilatinoamericano de Trump. Igualmente, las
tácticas de guerra de cuarta generación que prepararon en Nicaragua desde hace
años, este y otros legisladores de la misma mafia. La ley conocida como Nica Act, para privar de
créditos a la patria de Sandino, es obra principalmente de la legisladora
miamense de origen cubano Ileana Ross-Lehtinen.
En
resumidas cuentas, el viaje del vicepresidente Pence confirma la tenaz voluntad
de Washington de liquidar los actuales y futuros gobiernos populares en nuestra
región. Mucho más cuando la hegemonía yanqui se resquebraja ante la emergencia
de China y Rusia y los exitosos esfuerzos de estas por crear una gran zona de
cooperación asiática y una unión de países opuestos al hegemonismo y a la
guerra.
En
nuestra América continúa la lucha por la democracia, la independencia y la
justicia social, aunque suframos retrocesos, y los acontecimientos que estamos
viendo nos indican que la victoria será de nuestros pueblos. Métaselo en la
cabeza Mr. Pence.
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