El trato a los niños migrantes que hemos presenciado en esa bodega habilitada como centro de detención en McAllen, se parece mucho a las escenas que hemos visto de los campos de concentración nazis durante el holocausto de judíos y otras minorías durante la segunda guerra mundial.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
Alguna vez una mujer estadounidense me dijo que Richard Nixon había sido
el presidente más perverso y malévolo que habían tenido los Estados Unidos de
América. La afirmación me sorprendió porque después de Nixon, Ronald Reagan
había ocupado la Sala Oval. Sabido es
todo lo que significó para los propios estadounidenses y para el mundo
entero la presidencia de Reagan: “Reagonomics” (neoliberalismo) para el
interior del país y agresión imperialista para el resto del planeta. He
recordado la anterior aseveración sobre Nixon, ahora que me he conmocionado
como millones de seres humanos en todo el orbe, al ver los videos y audios
sobre lo que está sucediendo en McAllen, Texas, con los pequeños hijos de los
migrantes sorprendidos tratando de cruzar la frontera. Un niño guatemalteco
describiendo como los han tratado y
diciendo lo que después hemos visto en las imágenes de televisión: niños
enjaulados, durmiendo en el suelo y cubriéndose con papel aluminio en lugar de
frazadas. El niño dice en el video que les ha dado de comer galletas y un jugo.
Y el audio difundido por la abogada Jeniffer Harbury es verdaderamente
conmovedor: niños llorando, llamando a sus padres, pidiendo que los comuniquen
con sus familiares mientras un agente de migración se burla de ellos porque están llorando y les dice: “Parece que
aquí tenemos una orquesta, vamos a necesitar a un director”.
El trato a los niños migrantes que hemos presenciado en esa bodega
habilitada como centro de detención en McAllen, se parece mucho a las escenas
que hemos visto de los campos de concentración nazis durante el holocausto de
judíos y otras minorías durante la segunda guerra mundial. Ciertamente la
migración estadounidense no tiene hornos crematorios ni cámaras de gas, pero es
posible ver en las abominables escenas que he mencionado, el potencial genocida
que hay en esos actos ordenados por Trump. Advierto en ellos una indiferencia
absoluta hacia el sufrimiento infantil que solamente puede ser explicado porque
se considera a esos niños parte de un grupo inferior y porque se les ve como la
futura encarnación de todos los males que significan los migrantes para los
Estados Unidos de América. El maltrato infantil que hace el gobierno
estadounidense y el desparpajo con el cual Trump lo ha justificado, es el anuncio
de lo que gradualmente podría empezarse a observar: actos que pueden llegar a
tener un sentido de exterminio. La Convención Para la Prevención y Sanción
Contra el Genocidio, aprobada por la ONU
en 1948, menciona como uno de los actos de genocidio el traslado de los
niños de un grupo hacia otro grupo. No es eso lo que se está haciendo en este
momento, pero la atrocidad que hemos visto hacia los niños migrantes es el
preámbulo de lo que está dispuesta a
hacer con el apoyo de su base social, la
derecha neofascista que hoy gobierna a la Casa Blanca.
Richard Nixon fue un hombre perverso. Donald Trump ha empezado a
superarlo en esa perversidad. Depende del resto de la humanidad detener a ese
monstruo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario